Ceuta no es Comunidad Autónoma. El
autor de la perogrullada es un político fracasado y que está
obsesionado con obtener un escaño de diputado a cualquier
precio. Con el único fin de ejercer en los plenos de
filibustero. O sea, para hacer discursos muy prolongados con
la única intención de entorpecer el funcionamiento de las
sesiones.
El político fracasado, el hombre que no puede vivir sin los
medios de comunicación, dice que “la política de integración
de la Ciudad está reducida a colgar una ristra de bombillas
en Ramadán y publicar un anuncio en la prensa felicitando
las fiestas al pueblo musulmán”.
El político fracasado ha dado en la manía, desde hace cierto
tiempo, de erigirse en defensor de los españoles de religión
musulmana, y aprovecha cualquier motivo para sembrar la
semilla de la discordia entre partes. Se ve perfectamente
que se está preparando el terreno para cuando pacte con
Mohamed Alí, algo que ya ha anunciado a bombo y
platillo, ser tenido como el hombre providencial que los más
necesitados están esperando.
El político fracasado, en todos los aspectos, considera que
el presidente de la Ciudad es un traidor por ir a Madrid en
busca de dinero para esta tierra. Y, en un alarde de
histrionismo, grita que el “liderazgo de Vivas que
representa el envilecimiento, la cobardía y el mezquino
materialismo que trueca orgullo por dinero, es la prueba
irrefutable de que los ceutíes han dejado de creer en su
condición de pueblo”. Y se queda tan pancho. Como el hombre
es así, un poco gilipollas, pues que se está dando postín.
El político fracasado no acaba de entender, debido a la
profunda frustración que padece, que un presidente tiene la
obligación de pedir dinero allí donde se lo puedan conceder.
Y el de esta ciudad, es decir, Juan Vivas, no ha hecho sino
ir a Madrid para exponer las causas por las que Ceuta debe
ser incluida en el reparto del Fondo de Cooperación que se
destina a las autonomías que tienen el nivel de vida
inferior a la media nacional. Así de sencillo.
El político fracasado lleva mucho tiempo calificando de
cobarde al presidente de la Ciudad. Prueba palpable de que
es él quien al afeitarse, cada día, ve reflejado en el
espejo los pocos arrestos que tiene. Pues bien sabe que el
adjetivo cobarde es calificativo denigrante, muy denigrante,
que no le puede situar en el banquillo de los acusados por
difamación. Y abusa, claro es, de quienes equivocadamente
airean que lo mejor es mostrar indiferencia ante los
insultos del muchacho que un buen día proclamaba que Ceuta
era colonia...
De ahí que yo piense muchas veces que la persona que es
capaz de soportar semejante trato durante tanto tiempo, debe
ser masoquista. Máxime cuando quien trata de desacreditarle
no deja de ser un político fracasado y cegado que sigue sin
tener conciencia de sus mediocres posibilidades para
participar en la vida pública. Aunque comprendo que cada
cual es muy dueño de tragarse los sapos que crea
convenientes.
Pero el político fracasado ha sido incapaz de darse cuenta
de que el presidente de Ceuta, en su visita al Palacio de la
Moncloa, fue situado en sitio que avala su condición de
personaje bien visto por el Gobierno de España. Y ello a lo
mejor ayuda a que cuando llegue la hora del reparto de
dineros, no salgamos malparados.
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