Diego Quevedo, suboficial de la Armada en la Capitanía
Marítima de Cartagena, ha atracado en Ceuta para explicar en
una conferencia que el rumbo de España podría haber cambiado
si el submarino con torpedos que ideó Isaac Peral hubiera
entrado en funcionamiento. “Hasta los americanos lo
reconocieron”, afirma Quevedo.
“El almirante norteamericano Dewey reconoció públicamente
que si el submarino con torpedo que ingenió Peral hubiera
entrado en funcionamiento, no habrían sido capaces de vencer
a la Armada Española. Por tanto, es perfectamente válido
decir que se podía haber cambiado el rumbo de la historia”,
dijo el suboficial mayor Diego Quevedo.
El Aula de Cultura Militar inaugura el año por la puerta
grande, con un menú en el que se degustará a Isaac Peral a
través de los conocimientos que aportará Quevedo. Tanto uno
como otro son cartageneros, quizá por eso, el suboficial
mayor no se lo pueda quitar de la mente.
Isaac Peral nació en 1851, con ocho años se marchó a Cádiz,
donde descubrió el olor a mar y el espectáculo patriótico
que suponía embarcar con destino a la guerra. “Era un
acontecimiento. Las mujeres bordaban las banderas, la ciudad
despedía con fervor a los marineros y eso le dio a Peral el
impulso definitivo para decidir que quería ser marino de
guerra. A los 14 años ingresó en la Escuela Naval de San
Fernando”.
Con 37 años, el oficial de marina ya, descubrió gracias a
sus investigaciones en la electricidad, cómo conseguir que
un submarino en inmersión lanzara torpedos. “Fue el evento
más importante del último tercio de siglo”, aseguró Quevedo.
Sin embargo, a Peral no le dieron las oportunidades para
ponerlo en funcionamiento. La coyuntura política nacional no
facilitaba que los gobiernos trabajaran con confianza en su
país y eran relegados del poder. Desde 1888 a 1890 dos
ministros de Marina apostaron por Peral y su invento,
dándole todas las facilidades, pero Beránguer, en 1890,
estropeó la situación y terminó por aburrir al caratagenero.
“Obligaba a Peral a que comunicara con precisión el dinero y
el tiempo que necesitaba para poner en funcionamiento el
torpedo en inmersión. Ningún país del mundo lo tenía, muchos
le tentaron y aunque 1890 fue el año más importante para
Peral, porque estaba en el escaparate público, en enero de
1891 pidió la baja en la Armada”, dejando el invento varado,
como un caramelo a la puerta del colegio. “No fue capaz de
venderle a nadie el proyecto y dejó una frase lapidaria: ‘El
invento ya no es mío, se lo he dado a mi patria’”, explicó
Quevedo.
Años después, en 1898, España echó de menos en la Guerra de
Cuba este sistema de torpedear mientras lloraba la sangría
de bajas de la Armada. El almirante estadounidense que se
encargó de la batalla reconoció poco después en una
publicación, que no hubieran sido capaz de vencer con el
proyecto de Peral. Éste inventó también un sistema infalible
para hacer blanco en los barcos, con un porcentaje de error
muy escaso. Mediante un compendio de prismas situados bajo
el telescopio, conseguía dibujar en una papel milimetrado la
sombra que se proyectaba de la diana y que le ofrecía la
distancia a la que se encontraba el barco. “Ahora parece un
invento muy tonto, pero no estaba descubierto entonces y él
hizo una ruta de cálculos en el que el margen de error era
de 10 metros aproximadamente”.
Peral también tuvo relación con Ceuta. “Ideó esos torpedos
temiendo que los ingleses de Gibraltar atacaran Ceuta”,
apuntó Quevedo
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El Aula Militar está “abierta a civiles y militares”
El Aula Militar de Cultura de la
Comandancia General inicia este año su décima andadura. El
comandante general es el presidente de esta entidad,
mientras que el coronel Luis Manso (en la imagen) ejerce
como director. “Las conferencias están abiertas tanto al
público militar como al civil”. Manso tiene en la agenda
alrededor de unas 35 personas para ofrecer las sesiones
culturales en el Casino Militar, que tratan tanto temas de
actualidad como intemporales. Se trata de conferenciantes
duchos en una parcela de la historia y que llegan a la
ciudad de manera altruísta. “Nosotros nos adaptamos a las
agendas de los ponentes y de esa manera confeccionamos el
calendario. Por lo general, estas personas suelen ser
militares, pero también han sido civiles o reservistas
voluntarios los protagonistas.
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