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OPINIÓN - MARTES, 13 DE ENERO DE 2009

 
OPINIÓN / EDITORIAL

El deber de la solidaridad y la igualdad

Este es un principio absoluto que carga sobre las espaldas de la Administración General del Estado. La convergencia, la equidad entre los territorios para aportar a los ciudadanos los mismos niveles de servicios públicos en cualquier lugar de España es una de las principales responsabilidades del órgano que lleva el peso de los destinos del país. En un marco constitucional que ampara el modo de vida de los españoles, en el que se consagra la igualdad entre los ciudadanos de la nación -en derechos y deberes- no puede por menos esperarse algo distinto con ocasión del documento que establecerá, en breve, cuánto, cómo y qué percibirán las distintas autonomías que conforman la geografía de nuestro país para revertir recursos públicos en los ciudadanos. Es evidente que, sin menoscabar ni hipotecar el futuro económico de las arcas del Estado -que al fin al cabo termina por soportarse del dinero del contribuyente- el Gobierno actual, garante del equilibrio, de la sostenibilidad y de la solidaridad territorial, no puede por menos que emplearse atendiendo a la justicia de igualar las realidades de los ciudadanos allá donde hayan elegido residir -en el norte o en el sur, en el este o en el oeste del país-. En el caso de Ceuta, el presidente del Gobierno y su Ejecutivo conocen exactamente las dificultades de la Ciudad Autónoma, sus circunstancias y las complicaciones por las que atraviesan sus ciudadanos, entre otras cuestiones, por no contar con continuidad geográfica física con el resto del país, su escasa superficie que la limita en su crecimiento económico pese a disponer, por contra y para su perjuicio, con un crecimiento de su ciudadanía que provoca una excesiva densidad poblacional que complica en extremo su desarrollo. Añádasele la frontera, la inmigración, el elevadísimo índice de desempleo y las escasas posibilidades de una evolución cuantitativa de su economía productiva. Su situación -pese a todo- de privilegio como encrucijada de culturas, puente entre continentes y llave de dos mares puede y debe ser tomada en consideración por la Administración para lograr que desde esa perspectiva Ceuta avance, se desarrolle y se marque un futuro próspero para sí y para España.
 

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