No es lo normal, pero las
circunstancias mandan muchas veces y en este caso parece que
se ha llegado al “más difícil todavía” que fuerza a un
cuerpo de tanta seriedad a reivindicar una serie de
cuestiones, por el camino puramente constitucional, no lo
olvidemos, de la huelga.
Hemos dicho en más de una ocasión que un país en el que no
funcione perfectamente la Justicia no puede hacer funcionar,
tampoco otras actividades de menor peso, aunque sí de mayor
volumen.
Hemos dicho, también, que cuando la Justicia no sea
totalmente independiente, a la hora de actuar y al aparecer
sus sentencias puede ocasionar diversidad de criterios sobre
ellas.
Y tenemos que decir que para que la Justicia funcione
perfectamente, lo primero que tiene que tener es personal
suficiente y los medios suficientes y necesarios para que
esa Justicia sea ágil y no sea tan lenta, como se acusa que
es en nuestro país.
Hoy día, y quienes hemos pasado por una Facultad de Ciencias
Políticas lo hemos podido atestiguar bien y en cierta
profundidad, la separación de poderes: Ejecutivo,
Legislativo y Judicial, está más en la teoría que en la
práctica, por cuanto de una forma o de otra, es el Ejecutivo
el que tiene a su alcance y maneja mejor que nadie ciertos
resortes para controlar y privar de cierta independencia, he
dicho de cierta, a los otros dos.
El día 21, esto es, a poco más de una semana, los jueces se
van a reunir para, en serio, plantear cómo van a ir a la
huelga. Aquí no se juega con medias tintas, se hace lo que
hay que hacer y con la ley en la mano.
Aquí, que nadie se confunda, se va porque no hay otra salida
mejor, no porque en este campo haya una persistente
disposición al paro.
Y de una forma clara y tajante ha hablado Jesús Lucena,
magistrado del Juzgado de menores de Ceuta, al explicar
algunos de los argumentos y de las razones que fuerzan al
poder judicial, no sólo de Ceuta, sino de todo el país a una
huelga.
El día 21, pues, se va a plantear de una manera firme un
cese de actividad para el día 18 de febrero. Estamos ante un
paro programado con un mes de antelación, no forzado de una
manera oportunista, sino de una forma razonada, meditada y
tras analizar con detenimiento las deficiencias y las
situaciones, a veces, lamentables que viene soportando este
cuerpo.
Un juez, dirá Jesús Lucena, no puede disponer, ni decidir
nada en los juzgados, pero sí se encuentra con que se le
hace, o se le puede hacer responsable de todo. Añadiendo que
cada día se les sobrecarga de trabajo, cada día se les van
añadiendo responsabilidades y como compensación a todo eso,
encima, se les abren expedientes.
¿En qué manos estamos?. Sea en las que sea, ahora mismo hay
un mar de fondo profundo, que se viene gestando desde hace
mucho tiempo y que ha llevado al cuerpo a decir:¡ Basta!.
El magistrado Jesús Lucena ha bordado esta situación en una
frase que, por sí sola, es una sentencia de lujo:” Lo que se
pretende es que seamos gallinitas ponedoras de sentencias y
que todo lo demás sea controlado por el Gobierno”.
Con esta frase, particularmente, pienso que está dicho todo
lo que ya hemos apuntado más arriba, cuando hemos citado la
separación de poderes, y es que:” Montesquieu parece que ha
pasado a mejor vida”.
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