Al fin logré salir de las montañas
en ruta hacia El Estrecho tras el paso de la pala quitanieve
y el regado con sal de la serpenteante carretera. La
ventisca dificultó las telecomunicaciones, impidiendo que
esta columna fuera remitida ayer en tiempo y forma a EL
PUEBLO DE CEUTA. Ya en camino, un sereno Cantábrico ponía al
norte un punto de color en un horizonte de aguanieve
mientras, al sur, la Cordillera que separa el mágico
Occidente Asturgalaico de la Meseta vestía sus mejores galas
de invierno. Saliendo del refugio y enfilando la cuesta por
encima de la ermita, varias perdices escapaban planeando
rasas y, ya en la cima dejando a un lado las Peñas del
Corro, una pareja de jóvenes y saltarines corzos brincaban,
zigzagueando, delante del vehículo. El peludo caballo de
Antonio pastaba plácidamente entre el pinar, por la
trampilla abierta del coche empezaban a colarse copos de
nieve y pequeñas nubecillas de vaho salían de la boca para
perderse en una madrugada fría y serena, con el paisaje
pintado de blanco.
En Marruecos, siguen sucediéndose manifestaciones por la
ofensiva israelí contra la organización terrorista Hamas y
el reguero de víctimas inocentes que, en un cruel y
sinsentido “efecto colateral”, se van produciendo. Lo que
peor llevo es lo de los niños: sus cuerpos retorcidos, sus
rostros… El corazón no atiende a explicaciones cuando la
razón intenta argumentar que en la Franja de Gaza se
concentra la mayor densidad geográfica mundial. Subrayo en
el diario “El Mundo” las opiniones del columnista Martín
Prieto y del filósofo Bernard-Henri Lévy: para el primero,
“Lo de Gaza es una barbaridad y un error militar, pero Hamas
es una organización terrorista a la que no se la puede
sentar a una mesa de negociación”; en cuanto al filósofo
francés, “Dado que no soy un experto militar, me abstendré
de juzgar si los bombardeos israelíes de Gaza habrían podido
ser más precisos y menos mortíferos”. Igual que a Lévy
también me horrorizan los niños palestinos abatidos pero, a
la vez, entiendo como él que “Ningún gobierno del mundo,
ningún otro país más que este vilipendiado Israel,
arrastrado por el fango y demonizado, habría tolerado ver
miles de obuses caer, durante años, sobre sus ciudades”. ¿No
creen?.
Sigo con Marruecos. Por un lado está siendo un escándalo, en
un ambiente marcado por la contención festiva en solidaridad
con Palestina la juerguecita que el gran amigo de España, el
político Yahya Yahya con asiento en el Parlamento, se corrió
el día de Nochevieja en compañía de un conocido travesti de
nombre Noor (Luz), regada con abundante alcohol. Conocíamos
las borracheras y su secuela de amenazas (entre ellas malos
tratos a su mujer) por parte del “heroico” político marroquí
(socio parlamentario del ex ministro de Interior El Himma y
su “tractorada” del PAM), experto en reivindicar
groseramente la marroquinidad de Melilla, pero hasta ahora
no conocíamos sus presuntos devaneos sexuales. A mí me
importan un carallo, pero den por seguro que a los
islamistas marroquíes la peculiar juerga del Yahya Yahya, el
político maltratador, no les ha hecho ninguna gracia. Por
otro parte les comento las manifestaciones por la causa
palestina en Martil: los dos últimos viernes el PJD logró
sacar a la calle miles de personas y, para mañana a las
16.00 locales, se espera una multitudinaria manifestación
conjunta en la que participará la plana mayor del mundo
político, asociativo y cultural de la veraniega ciudad.
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