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OPINIÓN - JUEVES, 8 DE ENERO DE 2009

 

OPINIÓN / ALGO MÁS QUE PALABRAS

El tormento de la delincuencia
 


Víctor Corcoba Herrero
corcoba@telefonica.net
 

Con el efecto de la crisis se reavivan las fechorías. La delincuencia de tipo económico y la criminalidad organizada está a la orden del día. Si el paro prosigue su camino de ascensos como todo parece indicar y teniendo en cuenta que muchos de esos parados, más pronto que tarde, dejarán de cobrar los subsidios, ya se sabe que el hambre obliga, sin que eso por supuesto sea fundamento para delinquir. Lo cierto es que la descarga tormentosa de fraudes, estafas, robos y todo tipo de hechos delictivos, ya esta siendo un verdadero tormento para algunos en este país. El que las Fuerzas de Seguridad nos lo adviertan, para que pongamos toda la atención debida y a buen recaudo nuestras partencias patrimoniales, pienso que esto no es la solución. No es bueno que la inseguridad ciudadana nos desestabilice con una riada de temores, dudas y desconfianzas.

Antes de que sea demasiado tarde, creo que las diversas administraciones han de unirse más que nunca, obviando todo partidismo, para la eliminación de la pobreza y la exclusión, que todo parece indicar retorna a nuestro hábitat con nuevo vigor, y de todo lo que es, al mismo tiempo, su causa y consecuencia: una débil formación en valores y un masivo adoctrinamiento, la inseguridad ciudadana, la criminalidad, el terrorismo, la corrupción, el tráfico de armas y de drogas. Pasan también a través de la solución de tantos otros problemas sociales como la discriminación, la marginalidad, el racismo, la intolerancia y la falta de respeto de los derechos humanos.

Son, pues, necesarias y urgentes las reformas que tengan por fin, según los casos, la mejora de las condiciones laborales, el aumento de la seguridad en el empleo, el estímulo para la iniciativa en el trabajo, fomentar nuevos impulsos para ser más competitivos. Pretender únicamente poner orden a base de un estado policial o de aumentar las penas, para nada solventa las cuestiones de conflictividad social o inseguridad ciudadana. En suma, que esta galopante incertidumbre puede ser descabezada de un plumazo si el Estado, con todos sus poderes al unísono, pone en marcha un sistema educativo capaz de hacer disminuir las cifras de abandono escolar, si en vez de migajas ofrece e incentiva oportunidades laborales para todos los sectores sociales, sería poner en valor el trabajo como derecho y deber, y si además, en verdad se apoyase a las familias en situaciones especiales o de riesgo.
 

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