Han terminado las vacaciones
navideñas. ¡Albricias! Se acabaron, pues, los abrazos, los
tableteos en las espaldas, los besuqueos, las felicitaciones
y las buenas palabras incluso entre gentes que no se pueden
ver ni en pintura.
Todo lo artificial se vendrá abajo en un santiamén. Los
buenos propósitos quedarán diluidos como un azucarillo y se
impondrá nuevamente la dura realidad que la vida cotidiana
hodierna impone al pobre ser humano. A unos, claro, más que
a otros.
La realidad cruda y dura la tenemos en Gaza; donde se sigue
matando sin tregua y donde los odios son tan ancestrales que
no han sido capaces los contendientes de hacer un alto en la
guerra, al menos durante las fiestas cristianas.
Pero hablar del enfrentamiento entre palestinos e israelíes
es peligroso. Lo comprobé días atrás en una reunión: apenas
apunté el primer detalle se me echaron encima los
contertulios con el cuchillo de la discordia entre los
dientes. Así que paso del asunto... Aunque no he dejado de
invocar a mis santos preferidos para que dejen de morir más
niños que adultos. En rigor, pido para que no muera nadie
más. Si bien reconozco que, en este caso, es una utopía.
De modo que hablaré del año que ha pasado. No se me alarmen,
por favor; pues no caeré en el error de resumirles lo
ocurrido, ni sucintamente. Lo haré para decirles que la
persona más destacada en Ceuta, en 2008, ha sido el delegado
del Gobierno. Como comprenderán es una impresión mía y que,
seguramente, no compartirá la mayoría de ustedes.
José Fernández Chacón es el hombre del año porque en
ocho meses, más o menos, ha sido capaz de adaptarse a la
ciudad y ha dado pruebas evidentes de que ha venido
dispuesto a que en Madrid sean atendidas las necesidades de
Ceuta. Ha conseguido, además, no perder los papeles en
ningún momento y ha sabido entenderse a la perfección con el
presidente de la Ciudad.
Lo normal es que un delegado del Gobierno pierda los papeles
en Ceuta. El ejemplo más reciente lo tuvimos con Jenaro
García-Arreciado; quien montaba en cólera cada vez que
se veía maltratado por los parlamentarios del PP y el
secretario general de Comisiones Obreras. El político
onubense no entendía, de ninguna manera, que lo sambenitaran
por sistema y a veces sin el menor motivo.
A Fernández Chacón, sin embargo, le esperan momentos
difíciles a partir de ahora. Imagino que él habrá leído ya
la misión que la portavoz del Grupo Popular, Soraya Saenz
de Santamaría, les ha dado a los diputados y
senadores populares: “Hagan ustedes un ‘marcaje especial’ a
todos los cargos socialistas. Un marcaje férreo tanto a los
directores generales como a los delegados del Gobierno o
secretarios de Estados”.
Por lo cual, más pronto que tarde, veremos a los
parlamentarios de esta tierra, González, Sanín
y Cucurull, siguiendo las huellas del delegado del
Gobierno. Rastreando el terreno que este pisa; poniendo
micrófonos ocultos en la mesa del presidente de la Ciudad,
cuando éste reciba al delegado; y sobre todo, haciendo
declaraciones en ruedas a fin de conseguir que el hombre de
Utrera sienta el aliento de sus marcadores en la nuca y,
llegado el momento, pierda los estribos. Será, si ello
sucede, cuando Fernández Chacón se entere de que la vida
aquí no es tan fácil.
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