Personalmente y en personar, jamás
he creído en las encuestas de unas elecciones a pesar de
que, últimamente, están acertando casi en un cien por cien.
Lo he escrito en varias ocasiones, las únicas encuestas en
la que creo, son cuando se cierran los colegios electorales
y el Ministerio del Interior da los resultados definitivos.
Será porque soy un incrédulo de los de armas tomar.
Con esto de las encuestas, me pasa, exactamente, como en la
valoración que hago de los votos. Me sigue sin convencer eso
de que una persona es un voto. Y desde luego, digan lo que
digan, que eso me da lo mismo, no existe en ninguna
elección, eso tan cacareado de que se cumple lo que le
pueblo ha votado.
Cierto es que el pueblo vota, pero no es menos cierto que
esa libertad de voto, sólo dura los diez segundos que se
tarda en que el votante deposite su papeleta en las urnas.
Luego, con ese voto, se hace, lo que más le convenga a
algunos partidos. Me explico.
Por un suponer, y no es mucho suponer, porque hay casos que
así lo demuestran en muchas de las elecciones que llevamos
con la democracia, que nunca gobierna aquel o aquellos a los
que el pueblo ha votado, sino la unión de varios partidos a
los que el pueblo, precisamente, no ha votado.
Por poner un ejemplo que entendamos todos. En las pasadas
elecciones autonómicas en Galicia, el pueblo voto por
mayoría a los populares, que se quedaron a un sólo diputado
de alcanzar la mayoría absoluta. Luego la cosa está de una
claridad meridiana, quien quería el pueblo que lo gobernara
durante cuatro años.
Está tan clara como que el pueblo no quería que el resto de
los partidos fuesen quienes gobernasen Galicia. La solución
la encuentran en unirse el resto de los partidos, y de esa
forma poder gobernar a pesar de que el pueblo no les había
dado su confianza, sino todo lo contario.
Ante esto, uno como votante se pregunta, para que vale el
voto del pueblo si, después, se hace con ese voto lo que más
le conviene a cada uno de los partidos que se presenta a las
elecciones, Se llega a la conclusión que el voto, de cada
uno de nosotros, no vale para nada
Es un cuento chino eso que tanto se repite de que “el pueblo
es soberano”, siguiendo con mi particular forma de ver y
entender esa frase, el pueblo tiene de “soberano” lo que yo
de premio Nobel de Literatura. El pueblo, mientras no se me
demuestre lo contrario, personalmente y en persona lo
considero, simple y llanamente de “garrafón”.
Estoy totalmente de acuerdo con todos aquellos que dicen que
hay que cambiar la Ley Electoral pues, de esa forma, nos
acercaremos a una fórmula en la que con seiscientos mil
votos tengan más diputados que quienes han sacado más de un
millón de votos. Eso me parece una incongruencia sin
explicación alguna.
En ese cambio debe estar el que todos aquellos partidos que
quieran estar en el hemiciclo, se deberán presentar en todo
el territorio nacional. Se acabaría, de una vez por todas,
que tres diputados nos gobiernen. ¿O no?.
|