Por qué hay tanta violencia en nuestro mundo, cuando, en el
fondo de nuestro corazón, la mayoría de la humanidad
anhelamos la paz? Cada día los medios de comunicación nos
dan a conocer más y más casos de agresividad, odio,
violencia y muerte. Nos llaman la atención porque estos
comportamientos agresivos y, muchas veces crueles, tienen
que ver con seres humanos: guerras, asesinatos, terrorismo,
etc. ¿Pero nos hemos parado a pensar si estos hechos,
aparentemente aislados unos de otros, no se enmarcan en un
modo de actuación incrustado desde hace siglos en nuestro
mundo, en nuestra sociedad y a fin de cuentas en nosotros
mismos? ¿No es violencia el modo en que los seres humanos
tratamos a la madre Naturaleza y a sus criaturas, sobre todo
a los animales? Los seres humanos justificamos la violencia
contra la Naturaleza y sus criaturas, muchos incluso
justifican la guerra. Con todo, la violencia es violencia no
importa de dónde venga ni cuál sea su destino.
Nuestra sociedad se llama a sí misma cristiana. A nuestros
hijos se les enseña en sus colegios los grandes progresos de
la civilización cristiana. Hablando con seriedad, es una
burla el hecho de denominarse cristiano, cuando hacemos
justamente lo contrario de lo que Cristo nos enseñó:
“Bendice a los que te maldicen, haz el bien a los que te
odian”. Él enseñó el pacifismo del corazón, pacifismo que
surge del amor a toda la creación, del respeto a toda la
vida, a todos los seres, no importa si son más grandes o más
pequeños, pues “lo que hagáis a la más pequeña de las
criaturas, me lo estáis haciendo a Mí”. La Navidad está
cerca, nuestras ciudades y pueblos comienzan a adornarse con
luces y las tiendas comenzarán a llenarse de clientes y
nuestras mesas de manjares. Sin embargo, tristemente, la
violencia seguirá su curso implacable sobre los animales,
convertidos en cadáveres y servidos en nuestras mesas, sobre
la naturaleza, expoliada y maltratada, y se ejercerá
violencia sobre los seres humanos, mayor cuanto más débiles
e indefensos sean. Ahora que nuestra sociedad está entrando
cada vez más en una crisis económica y muchos seres humanos
ya no podamos celebrar la Navidad como deseáramos, sería
bueno, incluso necesario que recordáramos el mensaje que
vino a traernos Jesucristo, el mensaje del amor y de la paz.
“Paz a los hombres de buena voluntad”.
La guerra, la violencia en general no surge de la buena
voluntad que trae la paz, sino de la voluntad propia
egoísta, que desea lo que el prójimo tiene, o que no acepta
lo que el prójimo dice o hace, o que no le importa cuáles
sean las consecuencias, siempre que consiga aquello que
desea.
Ya la presión que se ejerce sobre uno mismo o sobre los
demás puede considerarse violencia. Quizás un comportamiento
cruel y violento tiene su comienzo en una pequeña presión
sobre nuestro sistema nervioso. Está comprobado que por esta
presión, en forma de codicia, deseos exagerados, odio y
enemistad «a través del sistema nervioso se eliminan
entonces sustancias venenosas. Estas van al cuerpo. Se
podría entonces decir que la guerra empieza primero en
nuestros pensamientos. A menudo empieza por deseos, por
ansiedades, por pasiones. Si no se satisfacen, …, surge la
agresión, luego el odio, la envidia, la hostilidad». Esta
cita ha sido tomada de un excelente programa de TV en Astra
« Die Neue Zeit - El Nuevo Tiempo », que explica estas
relaciones con detalles hasta ahora no considerados por la
ciencia. Y todo este caos termina por instaurarse en el
propio cuerpo en forma de enfermedades o golpes del destino.
Cada uno ha de decidirse: a favor de la paz o a favor de la
guerra, no hay nada más en medio. Para aquellos hombres y
mujeres de buena voluntad que aman la paz, Dios dio grandes
ayudas que la humanidad ha despreciado y que no obstante son
nuestra única salvación: Los Diez Mandamientos y el Sermón
de la Montaña que nos trajo Jesús.
„Contribuye a la no violencia. Trae la paz a tu vida, a tu
entorno... y si quieres, cuéntanos cómo lo haces“
www.vida-universal.0rg
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