Ceuta volvió a arropar ayer como
se merece a la Comandancia General local y a todos sus
efectivos, tanto a quienes participaron en las celebraciones
de la Pascua Militar como a quienes no estuvieron allí, para
demostrarle el cariño y el afecto que la ciudad, aún con la
drástica reducción que sufrieron los soldados destinados
aquí tras el fin del servicio militar, le sigue profesando a
las Fuerzas Armadas de España, una relación enraizada en lo
más profundo de Ceuta que es necesario mantener y seguir
enriqueciendo. Por ello es tan de valorar que todos los
estamentos civiles, empezando por el presidente de la Ciudad
y los representantes de la Delegación del Gobierno y las
Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, pero terminando
por la no menos significativa asistencia de otras entidades
sociales como la Cámara de Comercio, estuvieran presentes en
la celebración. En su discurso el comandante general de
Ceuta, Enrique Vidal de Loño, volvió a hacer un ejercicio de
orgullo y mesura que engrandeció sus palabras, en las que no
sólo tuvo un recuerdo tradicional y emotivo para todos
aquellos soldados que perdieron la vida durante el año
pasado en actos de servicio, sino también, con gran sutileza
y acierto, para los militares que ya han abandonado o
tendrán que hacerlo en breve la plaza de la ciudad. A ellos
les recordó que las adaptaciones establecidas por el
Ministerio de Defensa en las filas castrenses han tenido
impacto en la ciudad autónoma, pero haciendo borrón y cuenta
nueva de algunas salidas de tono que se registraron el año
pasado al respecto se limitó a dejar patente su orgullo,
como jefe suyo, “por la disciplina, lealtad, espíritu de
servicio y generosidad que han demostrado durante todo el
proceso”. Esos mismos valores son los que, como siempre,
deben seguir exhibiendo los soldados de la COMGECEU en el
año que comienza, en el que volverán a hacer sentirse a toda
Ceuta orgullosa de ellos en misiones internacionales tan
trascendentales para el mundo como la que volverán a
protagonizar en los Balcanes.
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