A mi prima Angelita, este año, SS.
MM. Los Reyes Magos, le han traído un regalo muy especial:
recuperar los restos de su abuela, víctima de la represión
franquista, en los primeros días de la Guerra Civil.
Josefa Gómez, su abuela –nuestra tía- se encontraba en la
fosa en la que aparecieron los 16 cadáveres de Grazalema, 15
mujeres y un adolescente de 14 años. Las mujeres tenían
entre 20 y 30 años. Al morir, cuatro de ellas, se
encontraban en avanzando estado de gestación. Era el caso de
Josefa Gómez.
La historia de estos ejecutados ha sobrevivido al miedo y al
silencio que han imperado mucho tiempo en Grazalema, una
villa de la Sierra Gaditana, que al comienzo de la Guerra
Civil, tenía 4.000 habitantes, siendo uno de los pueblos más
importantes de la Sierra. Sufrió una represión más intensa
que otras zonas cercanas.
Una de las razones de tan fuerte represión, según los
historiadores, fue la gran resistencia que encontró el bando
franquista, “los republicanos ocasionaron 19 muertes y eso
no se olvidó”. Grazalema fue ocupada finalmente por los
franquistas el 15 de Septiembre de 1.936. Una primera fiebre
de fusilamientos y asesinatos dejó docenas de muertos: fue
la etapa más dura. Después, ya con resoluciones de consejos
de guerra, cayeron 59 republicanos más.
Muchos hombres, los más activos políticamente, escaparon
hacia Málaga, entre ellos nuestro tío Antonio, donde fue
hecho prisionero en la localidad de Monda y enviado al penal
del Puerto de Santa María.
Siguiendo a los historiadores, “en las grandes ciudades, las
mujeres perseguidas eran las que tenían un destacado papel
político: en los pueblos se las mató por ser novias,
esposas, hijas o hermanas”. “Ellos huían, ellas pagaban”.
“Si no hemos podido cogerle a él, sufrirás tú”, solían
decirles.
Cuentan que siempre era de noche cuando la detenían.
Estuvieron encerradas tres días de Agosto de 1.936; metieron
a las 15 mujeres, junto al adolescente, que le obligaron a
abrir la fosa, en una furgoneta, que recorrió unos diez Km.
hasta alcanzar el lugar elegido. Les bajaron y les obligaron
a recorrer quinientos metros a pie. Se tambaleaban y se
apoyaban entre sí. Un hueco en la tierra, sirvió para
enterrarlas y, 72 años después, ha vuelto a abrirse.
Un dato sorprendente, escalofriante, en el caso de los
cadáveres encontrados en la fosa de Grazalema: que no han
fallecido oficialmente. Nunca se inscribieron en el Registro
Civil. En el pueblo hubo en esos años, 150 muertes, según un
informe del Ayuntamiento, en 1940, pero sólo estaban
inscritos 30.
También convienen añadir que la fosa de Grazalema se ha
abierto sin que mediara nadie, ninguna petición familiar,
algo inusual. Han sido las Administraciones, en especial el
Ayuntamiento de Grazalema y la Diputación de Cádiz, con los
colectivos de la Memoria Histórica, los que han impulsado
esta excavación.
La abuela de Angelita, dejaba dos hijas de corta edad –Anita
y María-, que rápidamente fueron tuteladas por la tía María,
hermana de su abuela. Una de ellas, María, fue la madre de
Angelita. Ambas, madre e hija, hicieron gestiones para
tratar de descubrir donde estaba la madre y la abuela,
trasladándose en algunas ocasiones a Grazalema, donde
encontraron el más absoluto de los silencios. Incluso por
parte de algunos familiares que fueron testigos de aquellos
crímenes.
En esta historia, la tía María, representó un papel
importante al asumir las custodias de sus sobrinas. Por otro
lado, ya residiendo en Ceuta, también protegió a tres de sus
hermanos: Gabriel, Andrés y Antonio. Este último, por
problemas de trabajo, regresó a Grazalema donde le
sorprendió el levantamiento. Fue detenido y, en juicio
sumarísimo, fue condenado a pena de muerte, junto a su
hermano Juan. Antonio tuvo más suerte que Juan, ya que le
conmutaron la pena de muerte por cadena perpetua, estando en
prisión durante varios años. Pero tuvo que pasar por el
triste trance de escuchar los disparos y el tiro de gracia
que acabaron con la vida de su hermano Juan. Antonio, con su
condena perpetua, anduvo por varios presidios, ejerciendo
todo tipo de trabajo, hasta que consiguió la libertad. Murió
con 96 años.
Grazalema alberga otras siete fosas ya localizadas, con más
de 250 cuerpos. No hay papeles que hablen de ellas. No hay
registros civiles ni archivos parroquiales. Las señalan los
relatos orales de los vecinos –que ya pueden hablar-, y
también marcas que dejaron personas que no querían que se
olvidaran a los muertos. Plantaron pinsapos, pintaron
piedras, colocaron cruces en rocas, como en las fosas de las
mujeres….
En estos días, mi prima Angelita, ha conocido la noticia del
descubrimiento de la fosa de Grazalema y, que en ellas se
encontraba su abuela, Josefa Gómez, la “tía Pepa” en el
ámbito familiar. Su madre, no pudo encontrarla, pese a los
grandes esfuerzos que realizaron. Cuando llegaron a
Grazalema, nadie les ayudó. Ahora, Angelita, si podrá
recuperar los restos de su abuela y darles cristiana
sepultura.
Con ello, hará un gran homenaje a su madre, que pese a sus
intentos no pudo recuperar a la “tía Pepa”, su madre. Para
Angelita, un gran regalo de Reyes.
Grazalema quiere rendir un homenaje, similar a los que se
han rendido a otros desaparecidos y descubierto su fosa. Se
hará con los familiares, quienes concretarán cómo desean que
sea la ceremonia de despedida. Un adiós, después de 72 años.
|