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OPINIÓN - MARTES, 6 DE ENERO DE 2009

 

OPINIÓN / EL MAESTRO

Regalos de Reyes
 


Andrés Gómez Fernández
andresgomez@elpueblodeceuta.com

 

A mi prima Angelita, este año, SS. MM. Los Reyes Magos, le han traído un regalo muy especial: recuperar los restos de su abuela, víctima de la represión franquista, en los primeros días de la Guerra Civil.

Josefa Gómez, su abuela –nuestra tía- se encontraba en la fosa en la que aparecieron los 16 cadáveres de Grazalema, 15 mujeres y un adolescente de 14 años. Las mujeres tenían entre 20 y 30 años. Al morir, cuatro de ellas, se encontraban en avanzando estado de gestación. Era el caso de Josefa Gómez.

La historia de estos ejecutados ha sobrevivido al miedo y al silencio que han imperado mucho tiempo en Grazalema, una villa de la Sierra Gaditana, que al comienzo de la Guerra Civil, tenía 4.000 habitantes, siendo uno de los pueblos más importantes de la Sierra. Sufrió una represión más intensa que otras zonas cercanas.

Una de las razones de tan fuerte represión, según los historiadores, fue la gran resistencia que encontró el bando franquista, “los republicanos ocasionaron 19 muertes y eso no se olvidó”. Grazalema fue ocupada finalmente por los franquistas el 15 de Septiembre de 1.936. Una primera fiebre de fusilamientos y asesinatos dejó docenas de muertos: fue la etapa más dura. Después, ya con resoluciones de consejos de guerra, cayeron 59 republicanos más.

Muchos hombres, los más activos políticamente, escaparon hacia Málaga, entre ellos nuestro tío Antonio, donde fue hecho prisionero en la localidad de Monda y enviado al penal del Puerto de Santa María.

Siguiendo a los historiadores, “en las grandes ciudades, las mujeres perseguidas eran las que tenían un destacado papel político: en los pueblos se las mató por ser novias, esposas, hijas o hermanas”. “Ellos huían, ellas pagaban”. “Si no hemos podido cogerle a él, sufrirás tú”, solían decirles.

Cuentan que siempre era de noche cuando la detenían. Estuvieron encerradas tres días de Agosto de 1.936; metieron a las 15 mujeres, junto al adolescente, que le obligaron a abrir la fosa, en una furgoneta, que recorrió unos diez Km. hasta alcanzar el lugar elegido. Les bajaron y les obligaron a recorrer quinientos metros a pie. Se tambaleaban y se apoyaban entre sí. Un hueco en la tierra, sirvió para enterrarlas y, 72 años después, ha vuelto a abrirse.

Un dato sorprendente, escalofriante, en el caso de los cadáveres encontrados en la fosa de Grazalema: que no han fallecido oficialmente. Nunca se inscribieron en el Registro Civil. En el pueblo hubo en esos años, 150 muertes, según un informe del Ayuntamiento, en 1940, pero sólo estaban inscritos 30.

También convienen añadir que la fosa de Grazalema se ha abierto sin que mediara nadie, ninguna petición familiar, algo inusual. Han sido las Administraciones, en especial el Ayuntamiento de Grazalema y la Diputación de Cádiz, con los colectivos de la Memoria Histórica, los que han impulsado esta excavación.

La abuela de Angelita, dejaba dos hijas de corta edad –Anita y María-, que rápidamente fueron tuteladas por la tía María, hermana de su abuela. Una de ellas, María, fue la madre de Angelita. Ambas, madre e hija, hicieron gestiones para tratar de descubrir donde estaba la madre y la abuela, trasladándose en algunas ocasiones a Grazalema, donde encontraron el más absoluto de los silencios. Incluso por parte de algunos familiares que fueron testigos de aquellos crímenes.

En esta historia, la tía María, representó un papel importante al asumir las custodias de sus sobrinas. Por otro lado, ya residiendo en Ceuta, también protegió a tres de sus hermanos: Gabriel, Andrés y Antonio. Este último, por problemas de trabajo, regresó a Grazalema donde le sorprendió el levantamiento. Fue detenido y, en juicio sumarísimo, fue condenado a pena de muerte, junto a su hermano Juan. Antonio tuvo más suerte que Juan, ya que le conmutaron la pena de muerte por cadena perpetua, estando en prisión durante varios años. Pero tuvo que pasar por el triste trance de escuchar los disparos y el tiro de gracia que acabaron con la vida de su hermano Juan. Antonio, con su condena perpetua, anduvo por varios presidios, ejerciendo todo tipo de trabajo, hasta que consiguió la libertad. Murió con 96 años.

Grazalema alberga otras siete fosas ya localizadas, con más de 250 cuerpos. No hay papeles que hablen de ellas. No hay registros civiles ni archivos parroquiales. Las señalan los relatos orales de los vecinos –que ya pueden hablar-, y también marcas que dejaron personas que no querían que se olvidaran a los muertos. Plantaron pinsapos, pintaron piedras, colocaron cruces en rocas, como en las fosas de las mujeres….

En estos días, mi prima Angelita, ha conocido la noticia del descubrimiento de la fosa de Grazalema y, que en ellas se encontraba su abuela, Josefa Gómez, la “tía Pepa” en el ámbito familiar. Su madre, no pudo encontrarla, pese a los grandes esfuerzos que realizaron. Cuando llegaron a Grazalema, nadie les ayudó. Ahora, Angelita, si podrá recuperar los restos de su abuela y darles cristiana sepultura.

Con ello, hará un gran homenaje a su madre, que pese a sus intentos no pudo recuperar a la “tía Pepa”, su madre. Para Angelita, un gran regalo de Reyes.

Grazalema quiere rendir un homenaje, similar a los que se han rendido a otros desaparecidos y descubierto su fosa. Se hará con los familiares, quienes concretarán cómo desean que sea la ceremonia de despedida. Un adiós, después de 72 años.
 

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