En diciembre del año pasado, qué
lejos queda ya ese tiempo, dije, entre otras cosas, que lo
primero que debería hacer José Antonio Carracao,
secretario general de los socialistas en Ceuta, es conocer a
sus enemigos dentro del partido. Porque es de mal político
creerse a pie juntillas que todos los propios les serán
fieles en todo momento y porque sí.
Y además de recomendarle que se entusiasmara con su tarea,
le advertí a Carracao de que no se dejara desbordar por la
pasión; aunque ello no debería suponerle ningún obstáculo
cuando se viera obligado a echarle bemoles a cualquier
asunto que lo exigiera. Pero se me olvidó decirle que hablar
por hablar tampoco era muy conveniente. Y, mucho menos,
adelantar acontecimientos.
Y hete aquí que lo primero que ha hecho nuestro hombre ha
sido darnos una noticia con anticipación, o sea, un posible
hecho futuro. Al decirnos que la fortaleza de los
socialistas radicará en trajinarse la voluntad de Mohamed
Alí para que UDCE y PSOE, coligados, puedan enfrentarse
al Partido Popular en las elecciones generales de 2012.
“¡Largo me lo fiáis!”, decía el Burlador de Sevilla. Porque,
quedando tres años por delante para acudir a las urnas, ya
son ganas de descubrir las cartas. Máxime cuando Alí ha dado
muestras evidentes de ser un político con el que los vientos
suelen jugar con la misma facilidad que lo suelen hacer con
la flor del vilano.
Tengo la impresión de que el secretario general del PSOE,
una vez que haya leído sus declaraciones, se habrá dado
cuenta, porque tonto no es, que se ha ido de la mui sin
venir a cuento. Que se ha precipitado al propalar que los
socialistas pactarán, a cualquier precio, con UDCE para
acabar de una vez por todas con la hegemonía de Francisco
Antonio González. El cual lleva ejerciendo de padre de
la patria, más o menos, desde que Badenes era el
delantero centro del Valencia. Algo que ocurrió “En tiempos
de Maricastaña, cuando hablaban las calabazas...”.
Tampoco sería descabellado pensar que a Salvador de la
Encina, tan dado a leer la prensa local, le haya dado un
ataque de histeria al comprobar que las palabras de Carracao
han confirmado lo que los enemigos del diputado aseguran de
su actuación cual artífice de la refundación del partido
socialista: “Que estuvo peor que Cagancho en
Almagro”.
Y la razón es bien clara: De la Encina procuró siempre, al
menos por lo que yo sé de buena tinta, que Mohamed Alí no le
colara ni un solo gato en el partido. Ni él ni tampoco
Antonio Gil y el indecible Juan Luis Aróstegui e
Iván Chaves, su escudero a tiempo completo. Tanto
bregar y tantas horas de insomnio, soportado con estímulos,
para nada. ¿O no, Salvador?...
Por lo tanto, seguramente el diputado se habrá hecho ya a la
idea de que el siguiente paso de Carracao será anunciar
también, a bombo y platillo, que tiene en mente reunirse con
los sindicalistas mencionados para que, en su momento, le
ayuden a que Luz Elena Sanín y Nicolás Fernández
Cucurull pierdan la senaduría.
Lo que no sabe De la Encina ni tampoco Carracao es que
alguien, gozadora en tálamo de pecado, dijo recientemente
que Carracao es flor de un día como secretario general de
los socialistas. Y hasta se permitió hacer de pitonisa:
“Puede que José Antonio ni siquiera esté en el cargo cuando
lleguen las elecciones de 20012”. ¡Uf!...
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