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sociedad - MARTES, 6 DE ENERO DE 2009


inmigrante en el monte. REDUAN.

inmigracion
 

Sin noticias 275 días después

El miedo a ser expulsados llevó a 72 inmigrantes indios a abandonar el CETI hace nueve meses. Actualmente son 57 los que siguen esperando en los montes de Ceuta a que se regularice su situación.
 

CEUTA
Javier García

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Una fecha, el 7 de abril de 2008, está marcada en la mente de los 72 indios que salieron del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) aquél día y comenzaron a vivir en los montes de Ceuta para evitar la expulsión a su país. El regreso a una tierra de la que salieron ya hace años y a la que no quieren volver. Sin embargo 275 días después de que saliesen del centro de acogida de la ciudad, 15 de estos inmigrantes han abandonado la medida. Los días se hacen cada vez más largos “y se pasa muy mal”. Quien pronuncia estas palabras es Rocky. Llegó a Ceuta hace dos años después de un viaje en el que voló hasta Casablanca y después le llevó al norte de Marruecos donde esperó algo más de dos meses hasta que logró llegar a Ceuta “y ya me gustaría salir de aquí”. Siempre serio responde a las preguntas con frases cortas después de buscar durante un tiempo las palabras adecuadas, unas veces por el idioma aunque otras muchas por desesperación. Señala que tras casi 9 meses en el monte “todavía no hay solución y todo el mundo ha tenido problemas de picaduras, fiebre, gripe e incluso uno ha tenido que ser ingresado por problemas mentales, aunque ya está bien”. Con una vida entre caminos, plásticos y madera, para Rocky los peores días son los que llueve. Y es que señala que los los días de lluvia “se moja la madera”, algo imprescindible cuando dependen del fuego para hacer la comida. Además apunta que los plásticos de las tiendas que se han construído para pasar las noches “se están rompiendo después de tanto tiempo”.

El día de la visita al campamento es especial para este grupo de inmigrantes. Según apunta Rocky son sijs y hoy celebran el nacimiento de Guru Gobind Singh. Por este motivo han cocinado hoy una comida especial “lentejas, coliflor y arroz con leche, la mejor comida que hemos hecho desde que estamos aquí”, sostiene. Unas 20 personas comen en el suelo con un pañuelo en la cabeza que según señalan es como les dicta la religión es este tipo de ocasiones, sin embargo, con estas condiciones de vida, utilizando agua del monte y durmiendo bajo el cielo ceutí, algunas de las tradiciones se dejan un poco de lado tal y como confiesa “porque aquí no las podemos mantener”. Los que no comen, fuman, charlan, se acercan a escuchar la conversación con Rocky, preparan más comida o alguno abre un libro para leer. Diferentes formas de pasar el tiempo que está marcado por la incertidumbre. “No me imaginaba que España era así”, sostiene.

Rocky se muestra parco en palabras sobre todo cuando se habla de dos asuntos la familia y el futuro. Para el futuro no se plantean llevar a cabo, de momento, otra medida de presión para intentar llegar a una solución “porque no queremos molestar ni hacer nada fuera de la ley, sólo queremos pedirle a la Delegación que piense en nosotros para que podamos ir a la Península y trabajar”. Un trabajo que tal y como señala este interlocutor no todos quieren llevar a cabo en España. “Los hay que quieren ir a Alemania o a Italia porque allí tienen amigos”. Si a Rocky se le pregunta por la familia, el largo silencio y sus ojos responden suficientemente por él, aunque acompaña esta respuesta con palabras: “hablamos con ellos cuando tenemos dinero, saben que estamos aquí y se lleva mal”. Pocas palabras y casi ninguna optimista salen de la boca de Rocky y apenas asoma una sonrisa en el momento de la despedida.

El optimismo tampoco aparece en las palabras del representante de la comunidad hindú en Ceuta, Ramesh Chandiramani, quien considera que la salida de Ceuta hacia la Península “es muy complicada y más en estos momentos”. Una afirmación en la que además recuerda que la solución final está en manos del Ejecutivo central. Chandiramani señala que muchos de los inmigrantes llevan “tres y cuatro años” fuera de su país algo que se suma al tiempo que están en Ceuta sin conocer su futuro, “psicológicamente es muy duro soportar el paso del tiempo sin saber qué pasará”, apostilla. Por eso hace un llamamiento a las autoridades para que “reflexionen” sobre este tipo de situaciones y para instar a la Administración central a que den una solución a este tipo de casos en un periodo más corto de tiempo. Y mientras llega la solución Chandiramani señala que ellos como comunidad les seguirán dando apoyo humanitario: “Les damos comida, les compramos medicamentos e incluso dos o tres médicos de la comunidad les ayudan cuando tienen alguna enfermedad” apunta. Señala además que comparten templo con algunos de los inmigrantes “y poco a poco vas conociendo las historias de cada uno”.

Pero para el representante de la comunidad hindú en Ceuta la situación personal de cada uno de estos 72 inmigrantes, ‘72 tragedias’ como los califica en un momento de la conversación, se enfrenta directamente con la legal. “Nosotros como comunidad somos rigurosos con las leyes. Hay que cumplirlas y ellos han entrado de forma ilegal”. Por ello se pregunta: ”¿Ante esto qué puedes hacer”.
 

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