Muchos de los informes y dictámenes sobre los que la Ciudad
Autónoma ha trabajado respecto de la reactivación del
comercio, han puesto encima de la mesa este nuevo concepto
comercial, implantado ya desde hace tiempo en muchas
ciudades españolas con no poco éxito y que consiste, dicho
de un modo simple, en la agrupación de esfuerzos por parte
de un número indeterminado de comercios, a fin de dar
mejores servicios y hacer más atractiva la oferta comercial
de una localidad o de una zona concreta de la misma.
Lo que pasa es que, en si misma o por si misma, la
iniciativa no es suficiente si no va acompañada de otras
complementarias y coordinadas hacia el mismo fin.
No se trata sólo de hacer unos cuantos folletos o trípticos
explicativos de los comercios agrupados, sino de toda una
batería de servicios que en Ceuta no se ven de momento por
ninguna parte.
Los comerciantes no sólo se agrupan para abaratar los costes
internos de sus negocios, como el transporte de mercancías o
la publicidad de sus productos, sino que ofrecen, en los
lugares donde esto funciona de verdad, horarios amplios y
unificados, ofertas y modalidades de pago adaptadas a las
necesidades de los clientes, aparcamientos gratuitos,
descuentos en restaurantes adheridos al plan, productos y
servicios de calidad contrastada, una imagen de marca
moderna y profesional, acompañada de periódicas campañas de
publicidad en las que se resalte la idoneidad de acercarse a
la localidad en la que se radican y un largo etcétera de
atractivos que sirvan para combatir la apatía del
consumidor.
Pero se observa con cierta pena y no menos indignación, que
los esfuerzos que la Ciudad Autónoma y la Administración del
Estado hacen, para impulsar las reformas en la estructura
comercial de Ceuta y hacerla más atractiva y competitiva,
son siempre conducidos y catalizados por los mismos, tal vez
más interesados en aprovecharse de esos esfuerzos en
beneficio propio, que en contribuir al desarrollo de un
sector que sigue siendo clave para nuestra ciudad.
Por poner algunos datos o ejemplos encima de la mesa, no hay
más que observar como las mejoras en los espacios donde se
ubican las mejores zonas comerciales de Ceuta, mejoras
pagadas por todos los ceutíes, han servido para que quienes
más protestaban cuando estas mejoras se realizaban, hayan
obtenido pingües beneficios con la venta de sus locales,
revalorizados extraordinariamente por la actuación de la
administración en su zona de ubicación, sin que hayan
contribuido ni en un solo euro a la mejora de esos espacios.
Y llama la atención, que esos mismos que se colocan en una
posición de liderazgo en el sector, lideren también el
desarrollo del Centro Comercial Abierto, porque su
contribución a esta iniciativa en euros contantes es cero y
en presencia comercial más de lo mismo, tras la inteligente
enajenación del patrimonio revalorizado.
¿Qué se está haciendo por parte de estos señores con la
generosa aportación de la Ciudad Autónoma a la iniciativa de
Centro Comercial Abierto?(aportación, por cierto, única
hasta ahora a la iniciativa y, si no, que cuenten lo que han
puesto ellos).
No sería lógico que al final, toda la iniciativa se quedara
estancada por culpa del liderazgo de la misma, más ocupado
en sus propios rendimientos que en que cristalice la misma.
Los esfuerzos realizados por la Ciudad Autónoma han sido
ingentes, en forma de inversión pública y de ayudas directas
para hacer arrancar un nuevo modelo comercial, pero tal vez
sea necesario impulsar igualmente nuevos liderazgos
comerciales y empresariales adaptados a una visión también
moderna de los negocios, dejando atrás padrinazgos
atrincherados en el pasado, en el monopolio y que, en la
práctica, impiden el despegue de un sector estratégico de
Ceuta.
Son como grandes piedras en el camino que es necesario
remover si se quiere construir una autopista ágil por la que
las mercancías entren y salgan de Ceuta con la rapidez
necesaria.
En Ceuta existen nuevos empresarios con el empuje, las
ganas, la dedicación y los conocimientos necesarios para que
todo cambie radicalmente, pero necesitan que se les deje
aire para respirar y la administración debe estar a su lado
y oírles con atención, porque estos no vienen buscando la
subvención, sino la capacidad de acción y el “viejo” sistema
comercial-empresarial-sindical de Ceuta, obsoleto donde los
haya y hambriento siempre de fondos públicos y de prebendas
y, al tiempo, obstaculizador de todo lo que les ponga en
evidencia, es el mayor lastre con el que Ceuta cuenta para
su desarrollo, no su mayor activo, sino su mayor lastre y
todo en ellos huele a rancio.
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