Se me ocurre ponerle a la
octavilla del 2009 un rosario de reclamos. Como inicio de
llamada a la verdad, decir que las riadas de injusticias,
las enfermedades ocasionadas por el virus de la usura, las
guerras de todo tipo y las garras de los materialismos,
siguen en pie de vida. Los panfletos del egoísmo visten por
todos los lugares y hasta revisten, para dolor de muelas,
una cierta atracción social. Primero son mis dientes que mis
parientes. Después de mí, el Diluvio; dijo el rey francés. O
el clan de los orgullosos, que es más de lo mismo, la
egolatría en los altares del señorito. Ese no pensar más que
en si mismo repele la mundialización. La interdependencia
creciente entre los ciudadanos y sus hábitats lo que nos
está exigiendo es más altruismo, dosis crecientes de
generosidad, abnegación y humildad a raudales. Las
normativas internacionales de protección de los derechos y
las libertades humanas no sólo han de promulgarse, también
han de cumplirse. Velar por la paz de cada día es un diario
que a todos nos incumbe. A veces es suficiente una sonrisa
para ganarnos el abrazo que nos sabe a pan.
Una sociedad mundial multiforme que genera tantas
oportunidades y esperanzas, como interrogantes y peligros,
exige reclamos que lleguen al alma de la ciudadanía. El que
aspirantes a terrorista suicidas se acreciente es el primer
fracaso a la cultura de la convivencia. Lo que sucede es que
para vivir unidos se requiere un verdadero nexo humano,
bautizado por la comprensión. Disfrutar en común del justo
placer de la belleza en todas sus manifestaciones, bajo la
hoz de un sistema excluyente que lo basa todo en la
producción, es casi un amor imposible. Por eso, la situación
demanda cambios en las organizaciones y, sobre todo, evitar
interpretaciones relativistas de los derechos humanos, lejos
de intereses nacionales y partidistas. Hemos entrado en
tantas crisis, que la económica es una gota más de agua en
el mar del desconsuelo. El interés financiero no debe
convertirse nunca en algo exclusivo, porque de hecho
mortificaría la dignidad humana. Hoy el gran desafío es
globalizar no sólo los intereses económicos y comerciales,
sino también las perspectivas de solidaridad, respetando y
valorando la aportación de todos los componentes de la
sociedad.
Volviendo los ojos a la madre patria, el Presidente del
Gobierno español: José Luis Rodríguez Zapatero, acaba de
pronosticar que dentro de un año “estaremos tocando con las
manos la recuperación económica”. Como esperanza está bien,
pero como propósito habría que añadir a ese crecimiento
monetario la búsqueda de un desarrollo humano y social
integral. Algo que se tiene olvidado en todas las agendas
políticas. De lo contrario, será un paso adelante y tres
atrás. También dice que con el año nuevo se abre “un periodo
de cooperación en la España de las Autonomías y los
Ayuntamientos”, un año en el que entre todos “vamos a
aprobar un nuevo modelo de financiación, con más recursos
para las CCAA que, en el 80 por ciento, van a ir destinados
a la Educación, la Sanidad y la Dependencia”. La idea, que
puede ser buena, también precisa de un transparente
mecanismo de control y evaluación de resultados, para huir
de influencias corruptoras.
Aún hoy, quien quiera ser él mismo y cómo quiera serlo, con
el único límite a las reglas del juego convivencial, está
llamado a ir contracorriente, a no dejarse atraer por
reclamos interesados y persuasivos que provienen de diversas
tribunas, desde donde se promueven comportamientos marcados
por la soberbia y la intimidación, la prepotencia y la
conquista del éxito a toda costa. En la sociedad actual se
registra una carrera, a veces desenfrenada y a todas luces
fanática, que a nada conduce, tan sólo al detrimento de la
persona como tal, a venderse por unas migajas.
Entre los variados reclamos para el 2009, me quedo con
aquellos mercados y políticas que sitúan a los indigentes en
lugar predilecto para sus actuaciones; con aquellos poderes
judiciales independientes, responsables y sometidos
únicamente al imperio de la ley; con aquellas haciendas
cuyos garantes subordinan la riqueza del país al interés
general. Con una desfachatez brutal, los caudales públicos,
que son indispensables para invertir en atención médica,
escuelas, medio ambiente, infraestructuras, no siempre
llegan a su destino y a la causa programada. Los sistemas
injustos antes o después pasan factura a todos. Por ello, lo
que hoy necesitamos quizás sea liderazgo de autenticidad y
actuar al unísono, sobre todo en valores de justicia e
igualdad.
Por fin, reclamo para el 2009, que se ponga todo el mundo
manos a la obra. Que nadie se haga el remolón. Los retos que
se nos presentan en la actualidad son tan angustiosos, que
no cabe la espera. Nos enfrentamos a una emergencia
alimentaria y a una crisis de todo y en todo, más allá de
las finanzas. El yugo de la represión política, de la
amenaza y la siembra del terror está en todas partes,
partiéndonos la vida que nos pertenece. El medio ambiente
sigue sufriendo las agresiones de la humanidad y los Pilatos
se lavan las manos. Y, como es de suponer, el dolor y los
atropellos golpean primero a los más débiles entre los
débiles. ¿Dónde está el avance del mundo? ¿Dónde está la
evolución del ser humano? Que cada cual se responda asimismo
con una copa de versos en los labios. La poesía va directa
al corazón. Si el hombre sordo a la voz de la poesía es un
bárbaro, como dijo Goethe, este mundo no es de los poetas.
¡Qué decepción!
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