El 25 de mayo de 1998, los máximos
responsables en materia de Educación de cuatro de los
principales países europeos (Francia, Alemania, Italia y
Reino Unido) firmaron en la Sorbona una Declaración instando
al desarrollo de un ‘Espacio Europeo de Educación Superior’,
un asunto trascendental para la universidad de España y el
resto de estados de la UE que ha estallado durante las
últimas semanas en nuestros país en forma de radical
oposición de múltiples colectivos de estudiantes al llamado
‘proceso de Bolonia’. Este periódico reúne en su edición de
hoy a dos de los más destacados representantes de la espera
universitaria local, el Decano de la Facultad de Humanidades
y el director adjunto de la Escuela de Enfermería, para
conocer cuál es su visión sobre el asunto.
Sus conclusiones revelan la existencia de puntos claramente
a favor y en contra, positivos y negativos, del proceso,
pero existe un relativo consenso con respecto a que una vez
que el proceso se complete y se consolide será positivo para
el sistema educativo nacional y para quienes en él se
formen. Se trata, en definitiva, de evolucionar hacia la
unidad europea también en el ámbito universitario, y ello
sin duda, pese a las reticencias que en su momento también
despertaron muchos otros procesos de integración (entre
ellos el del euro, aunque hoy nos parecería insoportable
tener que cambiar de moneda cada vez que cruzamos nuestras
fronteras más próximas, como las de Portugal y Francia, y
nos resultaría mucho más cómodo utilizarla también en
Marruecos, como de hecho se hace en el entorno más próximo a
Ceuta).
El Espacio Europeo de Educación Superior es un ambicioso y
complejo plan político que han puesto en marcha los países
del viejo continente para favorecer en materia de educación
la convergencia europea. Como cualquier otro de su
naturaleza debe respaldarse, pero aparte de las bendiciones
el gobierno también debe tener en cuenta las disensiones
razonadas que han expuestos ciertos colectivos de
estudiantes.
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