Llegan a pensar que son tontos. Y
lo peor: van de médico en médico y nadie es capaz de
diagnosticar lo que les pasan. Son los afectados por el
síndrome TDAH (Transtorno de Déficit de Atención e
Hiperactividad), es decir, son hiperactivos. Sin
tratamientos estaban condenados al fracaso y, quizás, a la
marginalidad social. Hoy, bien, diagnosticados pueden llevar
una vida normal, estudiar sin problemas, cualquier tipo de
carrera, aunque ayudados por la eterna pastilla.
Según los expertos, en torno al 5% de la población infantil
española padece el TDAH, dato recogido en el libro
“Hiperactivos. Estrategias y Técnicas para ayudarlos en casa
y en la escuela”, libro que se espera que llegue a todos los
colegios y usen los profesores como un manual de
comportamiento ante el problema. Lo más importante de ese
libro es que aporta al profesor una serie de pautas
didácticas y pedagógicas para guiar su práctica docente.
Los países más desarrollados, con EE.UU a la cabeza, tienen
protocolos de actuación muy estrictos, de los que carece
España, y teniendo en cuenta los altos porcentajes que se
dan en nuestras autonomías, se exigen respuestas urgentes y
concretas, porque la superación del TDAH, es labor de todos,
según el Doctor Luis Rojas Marcos, desde su experiencia como
Director de los servicios psiquiátricos de la red de
hospitales públicos de Nueva York, y su gran ejemplo de
hiperactividad y déficit de atención, demostrando que ambos
problemas no son sinónimos de fracaso. Creció el Doctor en
el caos, sin que nadie a su alrededor entendiera qué le
impedía comportarse como los demás niños. Dice el Doctor:
“Aún me distraigo: empiezas a pensar en una cosa y pasas a
otra. Pero ya no tomo medicación. Bueno, a veces le quito
alguna pastilla a mi hijo –también con TDAH-. Me viene
estupendamente. Sí tengo que leer mucho en soledad, me ayuda
a concentrarme. No tanto si debo relacionarme con gente,
pues me pone algo tenso”.
En nuestro país funciona ya la Asociación de niños con TDAH
(ANSHDA). El proyecto HIPERACTIVOS pretende, sobre todo,
provocar la reacción de las autoridades académicas. “Debe
asegurarse la igualdad de oportunidades en las escuelas, es
decir, allanar el terreno para que estos niños tengan las
mismas posibilidades que el resto. Que el éxito o fracaso
dependa de otros factores, no de su TDAH”.
Los colegios públicos de EE.UU exigen, desde 1991,
identificar a los niños con TDAH y comprobar si el trastorno
interfiere en su desarrollo. “Una familia puede emprender
acciones judiciales si un colegio les atiende mal”, dice el
doctor e investigador Russell A. Barkley, Profesor de la
Universidad de Siracusa (Nueva York).
Para el citado profesor, éstas son algunas de sus
recomendaciones-Protocolo de los Colegios en EE.UU-:
a) “Cada colegio debe tener a un profesor experto, que es el
responsable de los niños con TDAH en el centro. Recopila
información, está en contacto con los padres y da pauta al
resto de profesores, por lo tanto, un especialista”.
b) “La gente cree que si un niño con TDAH no presta
atención, lo mejor es que repita curso. Es una idea muy
incorrecta. Los chicos se vuelven más agresivos y las
chicas, más depresivas y retraídas. Rompen las pocas
relaciones que tienen y pierden motivación. Cuanto más
pequeños, más daños se les hace. ¡No a la repetición de
curso!”.
c) “Es importante que los profesores enfoquen las dos
primeras semanas escolares a dirigir el comportamiento en
clase. Él lleva el mando, sólo después, empezar a enseñar.
¡Quien manda es el profesor!”.
d) “El niño con TDAH está incapacitado y no debe tener tanto
trabajo como el normal. Dos maneras de hacer esto: rebajando
el número de actividades que tiene que realizar, o
fraccionando el trabajo. Por ejemplo, si hay que realizar 30
problemas de Matemáticas, no debe dárselos todo de golpe.
Dile: “Te doy estos cinco. No puedes levantarte hasta que no
los termines, me los traes y te daré otros cinco.
¡Dosificar, pues, el trabajo”.
e) “Estos niños deben estar enfrente y cerca del profesor,
en la primera fila si se puede. Colocarlos en la parte
trasera de la clase para que no distraigan al resto de los
alumnos es desastroso. Cuanto más aburrido sea el entorno,
más hiperactivos se vuelven. ¡Siempre en primera fila!”.
f) “Los niños aprenden, no necesitan hacer mucho trabajo
fuera del colegio. Además, los padres no son los
responsables de realizar el trabajo de los profesores. Veo a
niños de primaria que necesitan mochila, incluso con ruedas.
Los colegios que mandan deberes no alcanzan mejores
resultados que los que no los mandan. Por consiguiente, ¡No
a los deberes!”.
g) “Funcionan los premios, no los castigos. Además, la
respuesta a un mal comportamiento debe ser rápida, no
brutal”. ¡No a los castigos!”
El Doctor Rojas Marcos, de niño, además de nervioso y
distraído, fue muy travieso. Cuenta en “Hiperactivos”: “A
los seis o siete años me encantaba andar por los tejados o
correr en bicicleta sin frenos. Mi madre nació en un pueblo
de Cantabria que se llama Liendo, y en verano íbamos de
vacaciones. Un día volvía de la playa y mi buen amigo Miguel
me desafió: “Luis, ¿a que no te atreves a meterle fuego a
esos matorrales? Me dio la cerilla. A los pocos minutos
ardía toda una ladera del monte que da a la playa. Me
detuvieron dos guardias civiles… Gracias a Dios que la
lluvia caída esa tarde apagó el fuego… En los momentos más
difíciles aparecía mi ángel de la guarda. Siempre era un
amigo, mi hermana y mi madre. En esta ocasión la lluvia…
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