Hemos empezado otro año más, y
esperemos que el mismo nos llene a todos de venturas y si
puede ser con un pellizco de algún que otro juego de azar,
mejor que mejor. Ya lo dijo aquel:, “las penas con pan, son
menos penas”.
Que duda cabe que con estas fiestas, nuestra paupérrima
economía se nos ha venido abajo, dejándonos más seco que una
mojama en tiempo de poniente fuerte. Pero la cosa, para
desgracia de todos los que estamos tiesos, no ha acabado
aquí. No señor, la cosa sigue para dejar nuestros bolsillos
con más telarañas que la casa del Drácula porque, en unos
días, nos llegan los Reyes Magos y hay que hacer verdaderos
malabarismo con nuestra escasa economía para dar
satisfacción a los más pequeños, sin olvidar a los mayores.
Y a todo esto, mientras rebuscamos en nuestros bolsillos los
posibles restos que nos puedan quedar, nuestros bancos
amigos cerrados en banda, sin darnos ni un maldito préstamo.
Manda.. la cosa. ¡Como ha cambiado la vida!. Antes te daban
préstamos casi sin pedirlos, y ahora necesitas tener cinco
millones de euros, para que te den, de tu dinero, tres de
esos cinco que solicitas.
Tal y como están las cosas me he pensado, muy detenidamente,
que si me toca, cosa rara, el euro millón, lo mejor es
comprarme una buena caja fuerte y meter el dinero en ella.
Al principio había pensado, meterlo debajo del colchón, pero
como eso está muy visto y al hacer la cama se pueden caer
los billetes, deseche la idea.
Oiga, en sólo pensar que me pueda hacer rico, se me va el
santo al cielo y, por supuesto, se me ha olvidado que de lo
que estaba hablado era de los Reyes Magos y de cómo nos va a
dejar nuestros bolsillos.
Porque los niños ya no se conforman con una maquinita
corriente de matar marcianitos. Ahora les piden, a los Magos
de Oriente, la última novedad de esas maquinitas, que
cuestan un ojo de la cara y el otro también. Y ni se te
ocurra decirles que igual eso no se lo pueden traer los
reyes. Te montan un pollo, que ni te cuento.
Antes, en mi época, cualquiera era el guapo que montaba un
pollo. Claro que tampoco existían las maquinitas de matar
marcianitos, si acaso te tenías que conformar que te
trajesen, como algo del otro mundo, una pelota de goma,
Bueno, si te traían una pelota de goma, ese día te nombraban
los amigos el rey de la calle y, en aquellos momentos, eras
el más feliz de los niños del mundo mundial.
Por cierto, hablando de los reyes, quiero avisar a los
padres de que no se olviden de comprar las correspondientes
pilas para, con ello, evitar que el día seis con todo
cerrado, algunos de los juguetes que hayan traído los magos
no se puedan utilizar y tengan que soportar una lluvia de
lágrimas. Insisto, no se olviden las pilas.
Ni tomen como solución ir a pedírselas al vecino, pues éste
puede estar en su misma situación, con lo cual aumentaría el
problema. Lo suyo es no olvidarse de comprarlas.
Puedo parecer reiterativo con tanto insistir en este asunto.
Pues a pesar de ello, apuesto doble contra sencillo, que
algunos juguetes no se podrán poner en marcha por falta de
pilas.
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