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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 31 DE DICIEMBRE DE 2008

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Multitudinaria misa
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Debo decir, en primer lugar, que no soy yo la persona que más veces va a misa y a otros actos religiosos, por cuanto mi forma de pensar se encuentra a años luz de la trayectoria que lleva la Iglesia, en estos momentos, y sus dirigentes “oficiales”.

Dejando esto sentado y contando con que tampoco es “santo de mi devoción” ( y lo conozco desde hace más de 40 años) monseñor Rouco y otros de “su cuerda”, lo que no puedo ocultar y creo que muy pocos lo podrán hacer tampoco, es la perplejidad que uno siente al ver como, por encima de un millón de personas y en una mañana no excesivamente agradable, se daban cita para asistir a la “Misa de la Familia”, en la plaza de Colón de Madrid.

Multitud de fieles, pues, llegados de todas las partes del país, para vivir todos juntos una celebración por quienes en palabras de Rouco Varela son “los nuevos Santos Inocentes de la época contemporánea”.

Para que nada faltara y por videoconferencia, aunque en diferido, la presencia del Papa, Benedicto XVI, apoyando el sentido que, desde un principio, se ha querido dar a esta “manifestación religiosa”, ahora ya por segunda vez y este año, además de en Madrid, también en otras ciudades como Barcelona, Sevilla o Bilbao.

Es cierto que no se logró celebrar un acto unitario, pero el hecho de que además de en Madrid, también, hubiera celebraciones en otras partes del país, indica que las posiciones sobre asuntos como el aborto o como los matrimonios de homosexuales son muy similares en la Iglesia Oficial y, buen cuidado tengo al utilizar el adjetivo Oficial.

A Madrid, en cuanto a la jerarquía eclesiástica, vinieron los más afines a Rouco, una treintena de obispos del sector conservador que han sido los que, nuevamente, llevaron a la Presidencia del Episcopado Español a Monseñor Rouco Varela, que anteriormente había sido desplazado por monseñor Blázquez, el abulense obispo de Bilbao.

El cardenal de Madrid, Rouco, afirmó lo que él considera la doctrina de la Iglesia sobre la familia, como “comunidad indisoluble de amor y vida, esencialmente abierta al don de la vida: los hijos”.

Obviamente, con esta afirmación daba un fuerte mandoble a dos temas que hoy están a la orden del día, el aborto y el divorcio, además de que volvía al retrato robot de la familia existente hasta hace pocos años y que encarnaba el único canon de normalidad en las uniones.

Bajo esas perspectivas, este retrato robot, para Rouco Varela, constituye el modelo de familia, único y verdadero, cuya actualidad no pasa nunca.

Una vez más, y en esto se ha equivocado miles de veces la Iglesia, nos encontramos con la defensa de valores inmutables, con situaciones de statu quo, cuando la sociedad es algo dinámico.

No seré yo quien ponga en tela de juicio la “buena voluntad” de Rouco Varela, pero sí que estoy convencido de que en estos temas resbaladizos se equivoca con frecuencia.

En la homilía, los aspectos “político – sociales” se dejaron ver en las peticiones “por los gobernantes, para que acierten con las leyes de familia”, y tras esto, la multitud terminaba emocionada con las palabras del Papa, no muy distantes de las del purpurado madrileño. Con un: “Muchas gracias, que el Señor os acompañe en vuestro regreso a casa”, terminaba un acto que fue capaz de atraer a más de un millón de personas. Así son las cosas.
 

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