Las primera hipótesis apuntan al escaso grosor del muro de
contención, a la acumulación de tierra y a la edificación de
una solería encima del muro de contención hace un año como
las consecuencias más factibles del derrumbamiento de
tierra. A partir de ahora, los peritos elaborarán un
expediente para comenzar, lo más rápido posible, a la
limpieza de cascotes que se acumulan en la fachada trasera
del edificio Cantabria, situado en la carretera de subida al
monte Hacho y que el domingo a las 18.30 horas vio cómo un
desprendimiento de tierra afectaba directamente a las
viviendas del primer piso.
El día después les sirvió a los vecinos para asumir un hito
en sus vidas. El corrimiento de tierra de un muro de
contención en la parte trasera del edificio Cantabria
provocó que los cascotes entraran en la habitación del
inquilino del primero derecha y que resquebrajaran la pared
del arrendatario del primero izquierda. Y se preguntarán,
¿qué paso con los dos bajos? Al estar su pared trasera bajo
tierra, debido al desnivel de esta parcela, sus únicas
ventanas daban a la parte delantera. Es decir, el patio
trasero lo disfrutaban los del primero, no los del bajo. Y
sobre este patio se avalanzó un muro de contención y la
solería colocada allí hace un año por los planes de
dotaciones en barriadas: un camino necesario que comunicaba
la subida del monte hacho con la calle Pinos del Valle.
El director general de Urbanismo, Francisco Navas, después
de visitar el derrumbamiento y tras el primer informe
efectuado por los técnicos, apuntó hacia tres posibles
factores como los causantes del suceso. En primer lugar, el
escaso grosor del muro. Y es que, según le informaron al
propio Navas, el propietario del edifico prefería contar con
más metros cuadrados de patio. Como segundo factor, aparece,
lógicamente, la acumulación de agua. Un socavón oradado con
el tiempo a los pies del muro contribuyó al despacio
deslizamiento de la tierra. Esto también provocó la rotura
de una tubería de agua potable, que contribuyó a acumular
más agua. El tercer factor hay que buscarlo en la
edificación de una solería sobre el muro hace un año. Habría
que explorar si hubo aquí alguna negligencia.
En este bloque, de unos 10 años de antigüedad, hay siete
viviendas; todas están ocupadas, excepto el bajo izquierda.
Los vecinos del primero, una pareja y un joven, han tenido
que buscarse alojo fuera, aunque los técnicos han asegurado,
según fuentes de la Ciudad, que no existe riesgo de invasión
de tierras. Por precaución, ninguno de ellos va a regresar a
la casa hasta que se solvente el problema. Ahora, los
técnicos elaborarán un expediente, tras el cual, se
procederá a retirar los cascotes. Se prevé que el coste
total de la operación ascienda hasta los 19.350 euros.
|