Al presidente Vivas le gustaría que Ceuta contase con un
modelo económico distinto, menos dependiente de los sectores
públicos, pero mientras sus cimientos no estén consolidados
tendrán que ser las Administraciones, advirtió ayer, las que
“mantengan el pulso inversor y la apuesta por mejorar los
servicios públicos”; encabecen la lucha para recortar los
índices de desempleo y marginalidad y la construcción de
viviendas; y promocionen la adecuación del ordenamiento
jurídico, económico y fiscal de la ciudad para lograrlo con
mayor probabilidad de éxito.
En cualquier caso, el líder del Ejecutivo ceutí recordó ayer
que la “desviación” que presentan diferentes índices a nivel
local y nacional (renta per cápita, desempleo, población por
debajo del umbral de la pobreza, vivienda disponible o
fracaso escolar) “se ha ido reduciendo sensiblemente durante
la última década”.
“Actualmente”, recordó Vivas, “nuestra renta per cápita se
sitúa en el 90% de la media nacional, ocho puntos más cerca
que hace diez años; el porcentaje de població por debajo del
umbral de la pobreza se ha reducido a la mitad; el empleo,
sin arrojar datos satisfactorios aún, presenta una evolución
positiva que demuestra el hecho de que las altas en la
Seguridad Social hayan crecido en 3.200 personas, un 19%; y
en materia de vivienda, ya sea mediante nuevas
construcciones o mediante rehabilitaciones, se ha actuado en
más de 3.000”, resumió.
Nuevos retos
El presidente autonómico respondió de esa forma a las
conclusiones del informe ‘Ceuta y Melilla: nuevos elementos
en el escenario’, elaborado por la experta en demografía e
inmigración Carmen González Enríquez y el historiador Angel
Pérez González para el Real Instituto Elcano [http://www.realinstitutoelcano.org/wps/portal/rielcano/contenido?WCM_GLOBAL_CONTEXT=/Elcano_es/Zonas_es/ARI159-2008].
En él, ambos consideran que “la reivindicación marroquí
sobre Ceuta y Melilla pasa a un segundo plano como amenaza
frente a la mucho más cercana del declive económico,
combinado con un crecimiento continuo de la inmigración de
origen marroquí que forma una minoría etnocultural
difícilmente integrable en un mercado de trabajo en
declive”.
Además, González y Pérez advierten de que “la lógica
demográfica, institucional y electoral” hace “muy probable”
que la población musulmana de Ceuta y Melilla se convierta
en el futuro “en grupo etnocultural titular de una
Autonomía, incurso por tanto en una dinámica similar a la de
los restantes grupos culturales, “minorías nacionales” o
“naciones históricas”, titulares de la propia en España
(como los catalanes, gallegos o vascos), con la importante
diferencia de estar rodeados por el territorio de otro
Estado-nación en el que sus características culturales son
mayoritarias y que además ha reclamado históricamente su
soberanía”.
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