No deja de sorprendernos, una vez más, el modo de gestionar
sus asuntos internos la Policía Local. Convertida en la casa
de ‘tocame Roque’, ingobernable a más no poder y plagada de
‘familias’ en sus entrañas, lo que debería ser un cuerpo de
seguridad al servicio del municipio que cuidara porque se
cumplieran las Ordenanzas municipales, se ha convertido en
una casa ‘viciada’ donde las divisiones internas derivan en
lamentables acontecimientos que se sustancian a golpes
dentro de despachos cerrados. Es el síntoma evidente de que
la estructura de mando no es respetada, porque está viciada.
La inmensa mayoría de los funcionarios se sienten
desangelados y desamparados a merced de los caprichos de
este mando [político y ejecutivo] de turno con su camarilla
fiel. Dejando a un lado la profesionalidad de los
funcionarios, de la que no debe dudarse, la última actuación
policial llevada a cabo ha pasado de ser en potencia una más
que notable intervención plausible, a mero fotograma mucho
más propio de ‘los hombres de Paco’. El que casi 200 kilos
de hachís sean expuestos en una oficina apilados de
cualquier modo, con el cartel de la Policía Local, sin orden
ni concierto y expuesto a un sólo medio ‘con nocturnidad y
alevosía’ atenta directamente a lo que debería ser un
organigrama claramente definido y un orden interno que,
sencillamente, no existe. Y todo esto sin mencionar el
posible daño que haya podido causar esta intervención
descoordinada a alguna supuesta investigación de las Fuerzas
y Cuerpos de Seguridad del Estado. Sencillamente porque en
el que dirige hay más preocupación por organizar comidas,
interesarse a qué empresa se le compra las medallas que han
de entregarse o de los trasiegos del depósito municipal...
Unas preocupaciones alejadas del normal desenvolvimiento
interno de un Cuerpo de Seguridad que se le está yendo al
Gobierno de las manos, entre otras cuestiones, porque faltan
arrestos en el mando político delegado en el área. Es mejor
callar que afrontar, y así es como les va luciendo el pelo.
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