Las fiestas navideñas,
especialmente la Navidad, Es una fiesta entrañable y
tremendamente familiar, Ese es día donde, por todos los
medios posibles, se trata de reunir a toda la familia en una
cena, en la que siempre se tiene un recuerdo para todos
aquellos que, desgraciadamente, no están entre nosotros.
En estas cenas familiares, en algunas ocasiones, se
reencuentran personas que, por diferentes motivos incluso se
habían dejado de hablar. Momento importante, en las
navidades, para olvidar y volverse a encontrar, fundiéndose
en un abrazo fraternal. Por el contrario, en las mismas,
siempre está el “gracioso de turno”, que por lo más mínimo
mete la pata. Son dos cosas que nunca fallan, en estas
fiestas, los abrazos y todo está olvidado y los “graciosos
de turno”, metiendo la pata sin dejar de tener la fiesta en
paz.
Espero y deseo, de todo corazón, que en ninguna familia se
haya dado ninguno de los dos casos, a los que no estamos
refiriendo, razón demás esta para que todo se haya
desarrollado en paz y armonía, tal y como es preceptivo en
estas entrañables fiestas.
Y como todo hay que decirlo, porque aquí no hay trampa ni
cartón, ni, por supuesto, nada que ocultar, sigo recibiendo
felicitaciones por doquier y, cómo no, algún que otro
obsequio. Cosa que agradecemos, porque estas son cosas que
hay que agradecer, tanto las felicitaciones como los
obsequios, pues tanto valor tienen unas como otros a la hora
de agradecer esos detalles hacia mi persona.
El obsequio me ha llegado por parte de un amigo, al que uno
le tiene ley de la buena,. Un amigo de la época de la caseta
de “Los Abanicos” ¡Ya ha llovido lo suyo!. Aclaro estas
circunstancias, desde cuando nace nuestra amistad, para
evitar malos entendidos. Las cosa claras y el chocolate
espeso.
El detalle del obsequio, de un buen Rioja, me ha llegado de
mi amigo el Consejero de Gobernación, José Antonio
Rodríguez, que me va a permitir elevar mi copa en un brindis
deseándolo lo mejor en las funciones que tiene encomendadas.
Viendo y comprobando todas las felicitaciones que me han
hecho llegar, en persona, por postales o por teléfono ante
la imposibilidad, debido a la enorme cantidad de ellas, de
poder devolver la felicitación uno a uno, voy a aprovechar
esta columna, sin que sirva de precedente, para que todos os
deis por felicitados en estas fiestas. Ahora nos toca
esperar la despedida de año y la bienvenida al nuevo que va
a nacer en menos que canta un gallo.
Pero esa ya es otra fiesta, donde hay que divertirse
olvidando los malos ratos que se han pasado con el año que
se va y recibiendo con toda la alegría del mundo al que
viene pidiéndole al recién llegado que, al menos, sea algo
mejor que el que hemos dejado atrás.
Hombre, las cosa como son, tampoco estaría mal que el que
viene nos deje algo del “Niño”, de una primitiva, quiniela o
le euro - millón. Ya sé que lo importante es la salud. Pero
la salud con algún que otro añadido de un montoncito de
euros, tampoco estaría nada mal. Vamos, es un decir
personal. Si alguno, no esta contento con el montoncito de
euros que levante la mano.
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