Upesar de que durante todo el año las relaciones familiares
son tensas y sobrecargadas emocionalmente, lo que significa
que no hay una total armonía, en Navidad sí que ha de
haberla. Esta exigencia emocional provoca muchas sombras
durante las fiestas. Curiosamente abogados y consejeros
matrimoniales registran a comienzos de año un aumento enorme
de parejas que quieren separarse. Christoph Daxelmüller
profesor de la universidad de Würzburg dice: «Navidad es el
tiempo de las tragedias humanas, Navidad significa un
ascenso de la cuota de suicidios. Los empleados de
asistencia espiritual por teléfono se sobrecargan de trabajo
y aumenta la violencia familiar.»
Existen diversos motivos por lo que muchas personas ante el
increíble nivel de despilfarro y banalidad, quieran que las
navidades pasen lo antes posible y evitar así el estresarse
demasiado. Un aspecto apenas conocido de estrés durante las
fiestas en la actualidad viene provocado por las infantiles
y repetitivas melodías navideñas que hora tras hora
consiguen atacar los nervios de muchas personas. Los
empleados de los grandes centros comerciales se quejan de
que escuchar todo el día canciones navideñas a todo volumen
es casi una crueldad anímica. Aunque no lo parezca a simple
vista, éste es un factor extra que contribuye al estrés. Los
empleados necesitan pausas musicales y algunos centros
comerciales ya han reaccionado al respecto, si bien todavía
quedará quien siga viendo en la música navideña una forma de
atraer compradores y hacer caja, obviando el tormento
auditivo de sus empleados.
Siempre que los hombres se pasaron de la medida llegaron
consecuencias a él. En la Navidad pagana actual donde se ha
perdido el sentido real de la misma, hay muchos aspectos
donde el ser humano se ha pasado ya de la medida. En la
Navidad actual para celebrar el nacimiento del mas grande
pacifista de la historia de la humanidad, han de ser talados
millones de árboles en plena vida para luego terminar
tirados a la basura, también tienen que morir millones de
gansos, patos, pollos, pavos, corderos, conejos, terneras,
cerdos, besugos, bacalaos, gambas, cigalas y un largo
etcétera y todo sólo para deleitar nuestro paladar, ¿y que
tiene que ver este desfile de cadáveres con el nacimiento de
Jesús quien además nació entre animales?
Justamente la Navidad donde se celebra el nacimiento del
gran Espíritu en el niño Jesús, debería ser un símbolo para
nosotros, pues El nació entre animales. Ellos le acogieron,
las personas no. ¡Acojamos a los animales en nuestro
corazón! Dejemos vivir al mundo animal y sentiremos lo que
significa la Navidad: La gran fiesta de la Luz. Entonces
encenderemos las velas, miraremos la luz y nos preguntaremos
“¿qué quiere Dios?” El quiere que cumplamos las
legitimidades de Dios que están en los diez Mandamientos y
en el Sermón de la Montaña, allí encontramos el camino hacia
la vida, con lo que se engrandece el corazón. Proponerse
algunos cambios internos puede ser un buen comienzo para
mejorar la relación con nuestros vecinos, parientes o
compañeros de trabajo, así la Navidad dejará de ser la gran
fiesta externa de los sentidos y del estrés y se convertirá
en la gran fiesta de la unidad.
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