No van a ser muchos días los que
estemos sin fútbol, pero como todos los años, dos semanas de
parón nos llevan del final al siguiente comienzo del año, y
dos o tres semanas después iremos al final de la primera
vuelta del campeonato liguero.
Este parón, con sus correspondientes vacaciones, lo han ido
logrando los futbolistas por ese convenio que como todos los
tipos de trabajadores logran lo mejor para sus intereses. Un
caso raro de trabajadores, especialmente, si nos atenemos a
los ingresos que, en teoría, tienen estos profesionales.
Voy a dejar, para otro momento, el asunto pecuniario de los
profesionales del fútbol, para ir, de verdad, a lo que es la
competición.
En esta época del año, con vacaciones escolares, por
ejemplo, hay miles de chavales, a los que gusta el fútbol,
que no podrán ver, ni siquiera, los entrenamientos de sus
ídolos, en primera, segunda o segunda B, con lo que este
mundo futbolístico que no se escapa, tampoco, del rebote de
la crisis, pierde, en estas dos jornadas, además, la
posibilidad de unos ingresos muy superiores, puesto que al
no haber fútbol, tanto una buena parte de la chiquillería,
como otros familiares que están pasando las fiestas en un
lugar no habitual de residencia, no podrán acercarse a
ninguno de los campos, con lo que, repito, se deja de
engrosar la taquilla de verdad.
Y que nadie me diga que eso influiría poco, porque los
campos están llenos. Nada más lejos de la realidad, salvo
que consideremos como campos llenos el del Madrid o el del
Barcelona, pero eso son dos, que los demás con media entrada
y poquito más van haciendo la temporada.
Al no haber fútbol, los que no tienen que ir al colegio y
los que se han trasladado a la ciudad a pasar unos días,
tienen que cambiar el rumbo que hubieran querido tener, por
lo que el turrón, por qué no decirlo, pasa a ser el pagano y
la pandereta podrá animar, un poco más, la fiesta.
Es lo que traen las fiestas navideñas: turrón, pandereta y
descanso, esto especialmente para aquellos que reclaman un
relajamiento especial por el stress de toda la temporada.
Y es que el stress es un poco la enfermedad de moda, en el
mundo de la globalización y de las reivindicaciones
sindicales, y como ahí no se ve nada roto, ni sin dejar de
romperse, cuando ES realmente hay que creerlo y cuando se
está “inventando” hay que creerlo igual.
El mundo del fútbol, que no es sólo de los futbolistas, no
podrá estar agradecido jamás a ese sindicato que ha logrado,
aquí, desde hace unos cuantos años, con sus
reivindicaciones, los parones de esta época del año.
Y los clubes los paganos, con más o con menos dinero, para
que luego no haya reclamaciones que den con sus huesos en
una categoría o dos más abajo.
Ese sindicato de futbolistas que comenzó con dos o tres de
los que habían querido ser figuras y se quedaron en simples
medianías, o figuritas como las del nacimiento, han llenado
un poco más los bolsillos de los grandes, han dejado igual
que estaban a los de medio pelo y han colocado a los clubes,
a muchos de ellos, a los pies de los caballos. Esto es lo
que trajo ese parón que tan poco gusta y al que se suple con
el turrón y la pandereta.
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