Es cuando se dejan ver, para
reivindicarse como personas entregadas a los demás.
Precisamente en estos días en los que aparecen con un
“aguinaldo” especial para que los más desheredados puedan
pasar parte de las fiestas como otros que tengan mejor
situación económica.
No me ha gustado nunca esta generosidad en torno a las
fiestas navideñas, posiblemente, porque yo pertenecía más a
aquellos que recibían algo, en vez de ser de los que podían
ayudar.
Y si no me gustaba era porque esa “generosidad ficticia”
tendría que ser recompensada más tarde con otras cosas que
ponían en tela de juicio la dignidad de esos tan generosos,
frente a los que poco, o nada, poseían.
Precisamente, en estos días, cuando emisoras de radio o
cadenas de televisión se lanzan a la ayuda de esos que poco
o nada tienen, me acuerdo de aquellos años 50, del siglo
pasado, cuando los creyentes de “buena fe” hacían lo posible
y lo imposible por estar en la plataforma de quienes habían
colaborado para que la cena del día de Noche Buena fuera un
poco más llevadera que la del día anterior en las casas de
algunos pobres.
Y si esto me parece incorrecto, porque todos estos asuntos
no deben correr a costa de los particulares, sino de los
organismos oficiales, mucho más incorrectas me parecen las
campañas en busca de juguetes para los “niños pobres”. Esto
ya no tiene nombre y creo que siempre es positiva una
campaña en busca de un juguete más, que alegre a un niño en
la Cabalgata de Reyes, por ejemplo, pero siempre y cuando
esos juguetes no hagan distinción entre ricos y pobres.
En más de una ocasión, permaneciendo hasta más de 14 horas
delante de un micrófono, he hecho alguna de esas campañas en
busca de juguetes para los niños, pero siempre teniendo buen
cuidado y partiendo de la base de que esos juguetes fueran
para todo tipo de niños, sin tener que colocar el adjetivo
ese de pobre o rico, que nada significa cuando de niños se
trata.
De aquí debemos partir y es preferible que a cualquier niño
se le dé un juguete que no haya costado más de 3 o 5 €, que
no el tratar de que una clase de niños, por ser pobres,
reciban uno o dos juguetes baratos, que al compararlos con
los que a sus amigos ricos les trajeron los Reyes, se
sientan decepcionados porque los de los ricos son mejores
que los que a ellos les han dado. Dando a todos, ricos o
pobres, del mismo lugar, nunca habrá esas diferencias.
Es tiempo de paz, de reflexión, de amor y no es momento de
diferenciaciones entre lo que me han dado que es peor que lo
que los papás les compran a los que tienen más dinero.
En lo único que no hay diferenciación es en la forma de
tratar esos juguetes en la publicidad. Yo que soy muy
crítico con la televisión y con ciertos sectores que la
manejan a su capricho, lo que no voy a criticar, en
absoluto, es que la publicidad que aparece ahí es
exactamente igual para los que pueden comprar todo, o para
los que difícilmente pueden comprar algo.
Es el punto final de un año más. Será el punto de arranque
de otro año y, en estos días, cada uno trata de hacer
aquello que puede para aparecer en esos”premios de carácter
social” como uno más de esos a los que yo llamo los “buenos
oficiales y que dicen haber estado siempre junto al
necesitado. Ahora lo que hay que preguntarse es si
estuvieron de corazón o para salir mejor en la foto.
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