El grito de rigor salió ayer,
vibrante y sentido, de la garganta del Comandante General de
Ceuta, Vidal de Loño, siendo coreado con voces firmes por
todos los presentes en el sobrio pero cálido acto castrense
celebrado ayer, a media mañana, en el Salón del Trono de la
Comandancia, sita en la pintoresca Plaza de África, con el
que se despedía un militar y un caballero, el coronel Juan
Gómez de Salazar, quien desarrolló brillantemente en los
últimos años sus responsabilidades en el Estado Mayor,
abriendo paso a su sucesor, un emocionado Javier Azcárraga,
coronel de Artillería diplomado en la materia y con una
intensa experiencia a sus espaldas.
Con una excelente preparación académica y sobre el terreno
(común hoy día a la oficialidad de nuestras FFAA), el
coronel Azcárraga cuenta para el éxito de su labor, como
destacó su antecesor, con un equipo altamente cualificado y
entregado. El codiciado diploma de Estado Mayor, del que
están en posesión sobre mil cien oficiales españoles, se
obtiene tras un duro e intenso curso equivalente a un año
académico de unas 1800 horas de duración, en realidad 60
créditos europeos; estructurado en cuatro fases (comunes y
específica) formadas por ocho módulos, concluye con tres
ejercicios prácticos: gestión de crisis a nivel estratégico,
un ejercicio simulado por ordenador y un trabajo monográfico
de investigación. En los prestigiosos cursos de Estado Mayor
desarrollados por la ESFAS, Escuela Superior de las Fuerzas
Armadas, se han diplomado ya oficiales procedentes de al
menos 36 países , incluidos militares de las FAR (Fuerzas
Armadas Reales) del vecino Reino de Marruecos.
El coronel Azcárraga, de quien podríamos escribir aquello de
“joven pero sobradamente preparado” y que goza de la
absoluta confianza del Comandante General (habiendo estado
ya en otra ocasión bajo su mando) deberá enfrentarse, a mi
juicio, en su nueva misión en Ceuta a tres importantes
novedades, dos de ámbito interno y la otra más allá de la
frontera: por un lado y de puertas adentro, la concentración
de los exiguos efectivos asignados a esta plaza en una única
base operativa, de nueva construcción, exigirá la máxima
coordinación y diligencia; por otro el reto de los servicios
de información militares está, al día de hoy, en detectar y
neutralizar la infiltración islamista entre la tropa,
problema sutil pero nada baladí. Finalmente, asistimos más
allá de El Tarajal a un novedoso planteamiento estratégico
por parte de las FAR marroquíes, aun en su primera fase:
sobre el terreno y con la disculpa de los asaltos
migratorios de los últimos años, perfectamente orquestados,
el Ejercito marroquí ha blindado el perímetro fronterizo con
vallas y fosas antitanque (cercando, de hecho, Ceuta),
mientras se apresta a la construcción de alojamientos de
unidades; a la vez, se han tomado elevaciones orográficas
con grandes prestaciones tácticas (sistemas de observación,
etc) en las inmediaciones: Cabo Negro, Cudia Federico y
meseta sobre Alkasarseguer, entre otras; finalmente estará
en breve operativa, entre Oued R´mel y Tánger, la primera
base naval (con helipuerto) de la Marina Real en El
Estrecho. Hasta el momento y salvo en Oujda (lectura en
clave argelina), las FAR no tenían un despliegue de
importancia al norte de la línea Rabat-Mekinés-Fez-Oujda,
pero eso cambiará en breve.
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