Uno de los privilegios de ser periodista es asistir en
ocasiones como esta a las pruebas de sonido, que es algo así
como si hubieras contratado al artista para un concierto
privado con un puñado de personas. Pasó con Marki Ramone y
una vuelta al sol después pasa con Raimundo Amador en el
primer aniversario de la Sala Café Club. Raimundo es un tío
metódico sobre el escenario y muy afable, sincero y natural
fuera de él. Lo que más me llama la atención, una vez
empezamos a hablar, es su gran cultura rockera, porque hay
que imaginárselo como un bicho raro por llevar un disco de
Hendrix o Cream bajo el sobaco cuando era un chaval en el
marco flamenco de las 3.000 viviendas de Sevilla.
Pregunta.- Habías estado tocando en Ceuta, pero ahora con
tu nombre en ‘letras gordas’, digamos.
Respuesta.- Hace más de 20 años que no estaba por aquí. Con
Kiko Veneno puede ser. La última vez fue con Romero San
Juan, que en paz descanse. Ahora, al no fumar... -risas-
Antes siempre estaba deseando venir para acá a pegarme una
pechada de fumar. Está guay Ceuta. Estuve por primera vez
antes de grabar el disco Veneno.
P.- Sé que has interrumpido el registro de tu nuevo trabajo
para estar aquí, cosa que te agradecemos. ¿Cómo va la
grabación?
R.- No está muy avanzada todavía, pero a ver si le damos
caña para que salga este año.
P.- ¿Por dónde estás tirando en este disco?
R.- Hay cosas alegres, pero también más melancólicas, porque
llevo dos años un poco durillos, porque un hermano y mi
padre murieron. Eso se va a ver reflejado en el disco,
porque he hecho un tema para cada uno. Uno de los temas no
va mucho conmigo, pero me ha salido así. Parece que me lo ha
mandado él desde arriba. Es algo muy clásico, como un
adagio. Algo que ni él ni yo tocábamos. Me dio el punto un
día y me puse a grabar sin saber lo que iba a hacer; y es lo
que se va a escuchar en el disco, las dos pistas de guitarra
que grabé. Pero también hay caña, porque tengo ganas de
decir muchas cosas.
P.- ¿Con los años vas rockeando más o tirás hacia el
flamenco?
R.- El flamenco está siempre ahí, pero yo soy muy rockero y
blusero. Lo hago todo muy mezclado. Hago un rock, pero
siempre lo canto un poco aflamencado. Podría cantarlo más
rockero, pero cada vez lo hago más flamenco. Siempre está mi
raíz gitana.
P.- No es muy habitual que los gitanos tiren por el rock.
¿Eras un bicho raro entre los tuyos?
R.- La culpa la tiene Hendrix -risas-.
P.- ¿Cómo llegó a tus manos el primer disco de Hendrix?
R.- Estaba en el coche de un amigo, que en paz descanse. Era
un mini. Eramos unos chavalines y estábamos en un sitio
llamado Los Gitanillos. Vi en la guantera una cinta de Jimi
Hendrix. Yo había oído hablar de él y me dije: “Voy a
ponerlo”. Lo primero que salió fue el Red house... y ahí me
cambió la vida totalmente. Ahí pasé de gitano a hippy; o más
bien a ser un gitano hippy. Tenía la cabeza un poco rasta.
Era un poco dejadillo. El que me cortaba el pelo me decía:
“Raimundo, vente a la peluquería que tienes la cabeza como
una escarola”.
P.- Has colaborado con un montón de gente, ¿con quién te ha
dado más satisfacción?
R.- ¡He colaborado con gente tan buena que es difícil
escoger!, pero me quedo con Camarón, porque ya no está aquí.
Pero después he tocado también con B.B. King, con Björk, con
Santana... Gente muy poderosa en la música.
P.- Tu colaboración más bizarra debe de ser la de Björk,
¿no?
R.- Ella, por lo visto, cuando está grabando un disco coge
algo de cada país. Estaba en España y mandó pedir un
guitarrista flamenco y me tocó a mí, porque yo era de la
misma compañía. Y resulta que dio en la clave, creo yo,
porque yo era superfan de los Sugar Cubes, que era su grupo
anterior de pop-rock que tenía y que me gustaba mucho. Yo
estaba superenamorado de ella, sobre todo de ella -risas-.
Por ahí la tengo en una foto en el teléfono.
P.- Y la época con Kiko Veneno fue algo que sólo se ha
valorado con el tiempo.
R.- Inventamos algo que ha sido muy bueno, pero en aquel
tiempo éramos un grupo incomprendido y que nos han dado la
razón ahora, después de 30 años. Fueron muy desastrosos
todos aquellos años, porque fue un disco que ahora está en
un pedestal, pero tenías que haber visto la de bulla que nos
dieron. Yo pensaba: “¿Será verdad que es muy malo el disco
este que hemos hecho?”. A última hora, en el Rock de Luxe
han dicho que es el mejor disco que se ha hecho en los 30
años de rock andaluz. Y yo me lo creo. Me doy cuenta ahora.
Entonces no nos dábamos cuenta ni de lo que estábamos
haciendo. Yo me lo pasé muy bien. Yo por Veneno dejé a la
familia Montoya y mi padre se enfadó muchísimo, porque
estaba muy orgulloso. Yo tenía 15 ó 16 años. La Negra, la
madre de Lole, ya tenía cuarenta y pico años. La que era de
mi edad era la Carmelilla. La madre de Lole canta que no
veas.
P.- Supongo que sabrás que la hija de ‘la Negra’, Lole, es
de Ceuta, igual que Manuel.
R.- Claro. El disco de Veneno lo grabamos en el 77, pero con
Montoya grabé en el 75, que estuvieron en la grabación
Tomatito y Camarón. La familia Montoya es mucho.
P.- Y luego vino Pata Negra.
R.- A mí me gustaba más Pata Negra que Veneno, porque esa
fue la fusión gitana, el rock gitano. De hecho, uno de los
discos se llamó así.
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