Un gran número de autoridades civiles y militares se
congregaron en el salón del trono de la Comandancia General
para asistir al acto de toma de posesión del coronel Javier
Azcárraga al frente de la jefatura del Estado Mayor. El
coronel saliente, Juan Gómez de Salazar, recibió el cariño
de los presentes, con quien ha compartido dos años de
trabajo intenso, siendo el asesor directo del comandante
general.
Los militares están hechos de otra pasta. Mientras las
mujeres de los dos coroneles protagonistas se frotaban los
ojos cuando el termómetro de la emoción subía, Azcárraga y,
sobre todo, Gómez de Salazar contuvieron su estado emocional
y siguieron siendo militares. Unos van y otros vienen, es el
sino de una profesión que también carga con un escaparate de
austeridad y educación a veces excesivamente pesado.
El coronel Azcárraga, procedente de Valencia, juraba la
Constitución en un primer momento. Posteriormente, Gómez de
Salazar, pronunciaba un discurso en el que se acordaba de su
mujer y de las relaciones que ha mantenido con autoridades
civiles y, en su mayoría, con las militares. Su discurso, el
primero de todos, y que simplemente debía constituir una
despedida, se convirtió en el más emotivo de todos, junto
con el del general que, después también le hizo un guiño
hacia la eternidad y que le pronosticó un futuro brillante
en los años que le quedan de vida militar activa. ¿Será un
futuro como general de brigada? Esa es una de las incógnitas
que aún no se han desvelado.
Durante la intervención de Azcárraga, la segunda de la
ceremonia, los presentes se dedicaron a observar a un
oficial extraño, pero que pronto tendrá que alinearse dentro
de la familia que forman los ceutíes en las instituciones de
la ciudad. Aún así, Azcárraga espera que el calor del
Mediterráneo sea el mismo que ha encontrado aquí en la corta
semana que lleva preparando su relevo.
En su trayectoria como profesional es la segunda vez que se
encuentra con Enrique Vidal de Loño. Anteriormente sucedió
en el Cuartel General Terrestre de Alta Disponibilidad de
Valencia, ahora en Ceuta. “Antes fue una relación estrecha
porque fui su subordinado directo, y en esta ocasión va a
ser igualmente estrecha, aunque más intensa, por lo elevado
del cargo del general; confío en ser un principal asesor,
tal y como me corresponde”, terminó.
Por su parte, Vidal de Loño tuvo palabras para los dos. A
Gómez de Salazar le dijo: “Dejas una huella imborrable (...)
Te deseamos mucha suerte al lado de tu valiente mujer”. De
Azcárraga destacó su trayectoria, sus dotes con el inglés y
sus mandos en el arma de Artillería, a la que pertenece.
“Puedo destacar de él su serenidad y discreción, su
capacidad de trabajo y lealtad”.
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