Se cumplieron todas las expectativas, se repartieron todos
los números previstos para la primera jornada e incluso
fueron distribuidos algunos más para las citas de hoy en el
Centro de Servicios Sociales del Morro, tal y como
acreditaba su representante, Josefina Castillo.
La entrada en vigor del Ingreso Mínimo de Inserción Social (IMIS)
ya es una realidad en la ciudad autónoma. Unas treinta
familias ceutíes fueron atendidas durante toda la mañana de
ayer en los tres puntos de solicitud del IMIS: la Consejería
de Asuntos Sociales, la UTS del Príncipe, y el Centro de
Servicios Sociales. “Les hacemos una primera entrevista
donde les preguntamos el número de miembros que componen la
unidad familiar y los ingresos que poseen ya que en cuanto
superan los 300 euros no son beneficiarios de esta
prestación social”, explicaba Castillo.
Desde las ocho de la mañana hasta las diez aproximadamente,
se repartieron los números de las citas aunque “de momento
no hemos tenido excesiva afluencia. En cuanto la gente se
vaya enterando por el boca a boca, vendrán más a
solicitarlo”, aclaraba.
Los términos burocráticos funcionaron a la perfección aunque
quizás lo más importante de esta nueva prestación sea la
otra cara de la moneda: los demandantes. Algunos con niños
pequeños y apenas ingresos para llegar a fin de mes o
comprarles el material escolar. “Somos cuatro personas: mi
mujer, yo, y dos niños pequeños, de dos y cuatro años. Me
pasan un poco de dinero desde el IMSERSO pero no me llega
para nada. Vi esta ayuda por la televisión y vine a
informarme. No estamos trabajando ninguno de los dos porque
yo padezco una minusvalía por ello me dan una ayuda. Me he
quedado con la vivienda de mis padres ya que ellos
fallecieron pero la luz, el agua, la comida y los gastos de
todo tipo hacen que nunca tenga dinero dinero. Tengo una
vida muy dura porque yo no puedo trabajar por mi enfermedad
y mi mujer va al INEM a sellar todos los meses y no la
llaman para nada. Sobrevivimos gracias a la ayuda de mis
hermanos pero a los pequeños ni siquiera les podemos comprar
el material escolar, regalos o juguetes. Lo único por lo que
solicito esta ayuda es porque necesitamos sobrevivir”,
argumentaba el ceutí Ahmed Erquibi.
Otros viven en situación de abandono careciendo de recursos
y con edades ya avanzadas que no les permite acceder a
muchos puestos de trabajo. “Pido la paga porque no tengo
ninguna y carezco de ingresos. Estoy harta de buscar
trabajo, he echado currículum en todos lados y tengo que
comer. No tengo ni idea de cómo va esto sólo sé que te dan
formación y me parece muy bien porque me gusta hacer cursos.
De momento vivo con lo que me dan mis padres y mi hermana y
las cuatro cosas de oro que tenía las he vendido para
mantenerme. Hay veces que me llaman para cuidar a alguien
los fines de semana y lo hago porque hay que comer y llevo
así desde el mes de mayo. La verdad es que antes que recibir
esta ayuda preferiría trabajar porque incluso me da
vergüenza porque me siento lo suficientemente preparada para
un empleo pero desgraciadamente no depende de mi”, detallaba
Maribel Asensio, otra de las candidatas a recibir el IMIS.
Y en algunos casos, el carecer de apoyo familiar ha llevado
a muchos a narrar sus historias con lágrimas cayendo de sus
ojos, restando importancia a la supervivencia económica y
lamentando esa falta de cariño.
“Estoy necesitada desde el mes de julio puesto que no
trabajo, no tengo ingresos ninguno, no me han querido
colocar en el Plan de Empleo, soy separada y no tengo quien
me ayude. Mis hijos tienen sus responsabilidades familiares,
no viven conmigo, estoy prácticamente sola y quisiera que me
ayudaran en lo básico, en lo que una persona necesita para
sobrevivir como es la luz, el agua y la comida”, contaba
otra de las demandantes.
Muchas son las historias y muchos son los casos que se
deberán estudiar para asignar el Ingreso Mínimo de Inserción
Social.
|