Quisiera apuntarme a aquello de
“paren el mundo que me apeo”, pero me temo que se trata solo
de una “boutade”. Supongo que en diversa medida al conjunto
de ustedes la crisis también les habrá arañado el bolsillo
aunque, evidentemente, no es lo mismo afrontarla con un buen
sueldo que con presupuestos, como es mi caso y el de tantos,
de “mileurista”. Y gracias. Retomando el titular intento
comunicarles dos desazonadoras percepciones: en primer lugar
lo inevitable de la misma, pues para ser francos el modelo
de la sociedad de consumo es una falacia en sí inviable y
desde luego inexportable rompiendo, así, uno de los axiomas
fundamental para su pervivencia; ¿se imaginan, por ejemplo,
al conjunto de la humanidad consumiendo y derrochando como
nosotros, los incautos y felices occidentales…?; ¡harían
falta varios planetas Tierra para soportarlo!. El modelo
desarrollista al uso es algo así como una estafa piramidal,
en algún momento -como ahora- se acaba cayendo. Pero además
está el carácter intrínsecamente perverso del presunto
liberalismo, como estamos viendo ahora: el podrido mundo de
las finanzas y los grandes negocios, que en la puñetera vida
repartió sus beneficios, se apresta ahora a “socializar” sus
pérdidas… Y al ciudadano de a pie (o sea, ustedes queridos
lectores y el firmante), que le den. Si la recesión ya está
instalada en el corazón de los países desarrollados (con el
PIB negativo en dos trimestres consecutivos), las economías
de los grandes colosos con economías emergentes, como la
vapuleada Rusia, India y China, también empiezan a hacer
agua: el viceministro ruso de desarrollo, Andréi Klepach,
confirmaba hace unos días que el país había entrado en
recesión, en la India el ministerio de Estadística anuncia
una rebaja en sus perspectivas de estabilización y en China
(donde también le ven las orejas al lobo) están apretando el
acelerador del gasto público, a fin de intentar capear el
temporal.
¿Y el agotable petróleo, qué pasa con el oro negro y su
papel -clave- en la expansión de la fiebre islamista desde
la década de los setenta y el posterior arranque del
terrorismo yihadista?. Porque, ¿saben?, sin petróleo el
Islam seguiría siendo una “normal” y respetable religión,
con su evolución natural y el fanatismo extremista no la
habría infectado… Bueno, como somos una especie de memoria
alicorta les refresco algunos datos: a principios de 2007 el
barril “brent” se cotizaba en el mercado entre los 50 y 55
dólares, disparándose seguidamente (sobreaumento del consumo
en las economías emergentes) y superando a finales de junio
de este año, para regocijo de los indecentes sátrapas
wahabíes, los islamistas iraníes y el fascista venezolano
Chávez, los 140 dólares. Pero, ¡ay!, ha llegado la crisis y
el consumo petrolífero se retrae, anunciando la OPEP el
mayor recorte petrolero de su historia.
Cómo ya advirtió un excelente analista, el judeoalemán Kart
Marx, “la violencia es la partera de la Historia” y esto es
lo que viene.... Por lo demás no hay mal que por bien no
venga y ya es hora de que Occidente recupere la iniciativa,
implementando (tecnología nos sobra y espíritu emprendedor y
creativo también) un nuevo modelo energético empezando a
“pasar” del chantaje del sucio petróleo que mancha, tanto a
algunos de sus torvos poseedores como a ciertas
multinacionales. Y empecemos a impulsar con decisión el
transporte público. Ceuta es, por cierto, un espacio idóneo
para ello.
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