Nada hay más fuerte que la ilusión de un niño. Durante unos
minutos más de medio centenar de escolares del colegio Juan
Carlos I llenaron de alegría y energía la residencia de
ancianos Nazaret dentro de la segunda edición del proyecto
‘Convive Escuela’. Ellos llenaron de espíritu navideño el
lugar donde algunos de nuestros mayores pasan de la mejor
forma posible sus últimos días en este mundo.
El objetivo de esta experiencia es mezclar a dos
generaciones en un mismo lugar y entablar conversación en
torno al mágico mundo de la navidad. De todos es sabido el
gusto de los más mayores por contar historietas acaecidas en
algunos de los momentos de su vida. Ayer tuvieron la
oportunidad de ilustrar con anécdotas y vivencias a unos
pequeños de tercero de Primaria. “La idea es que los niños
empaticen con la situación que viven los abuelos en un
centro como este”, señaló uno de los maestros del Juan
Carlos I desplazados.
Todos los pequeños participantes pudieron experimentar ayer
todo lo relacionado con el concepto de solidaridad del que
tanto han hablado antes en las aulas. “Esta solidaridad
ejercida con todo el cariño es un verdadero compromiso
intergeneracional donde los jóvenes prestan algo de su
tiempo y energía quienes lo han dado todo y al instante
reciben grandes dosis de humanidad”, aseguró uno de los
profesores.
Los propios tutores han preparado a los niños ante la
realidad que iban a encontrarse. Incluso para los adultos
más concienciados la situación de algunos ancianos
instalados en una residencia puede resultar dura. La
experiencia fue la gran arma utilizada por muchos de los
pequeños que, según precisaron, era la segunda vez que
visitaban el centro.
A algunos les costó más que a otros, por las circunstancias
de su enfermedad, pero todos y cada uno de los ancianos
esbozaron una sonrisa de alegría al encontrarse tanta
juventud ante ellos. Una mujer, sentada en su silla, fue la
primera en animarse a contar cómo vivió alguna de sus
navidades de joven. Los niños no tardaron en arremolinarse
frente a ella. Absortos escuchaban atentamente.
“Los días previos a ‘reyes’ siempre iba con mis amigos a
cantar villancicos casa por casa. ‘Aguinaldo aguinaldo,
señora por Dios; venimos cuatro, entramos dos’, cantábamos a
nuestros vecinos. Al final nos acababan dando algo y lo
repartíamos entre todos. La ilusión de aquel momento es lo
que mejor recuerdo”, señaló una de las ancianas de la
residencia Nazaret.
Regalos
Además de con su presencia los casi cincuenta pequeños del
colegio Juan Carlos I aderezaron su visita con unos
presentes. Cada uno entregó a los ancianos congregados un
regalo. Una manta cortesía de la firma Eroski. Estos útiles
venían dentro de unas cajas decoradas como regalos para la
ocasión. “Los han realizado ellos mismos durante los últimos
días”, confirmó uno de los maestros. Eroski es un
colaborador habitual del centro. Antes, la firma ha prestado
su ayuda para la celebración de la escuela de padres del
centro, por ejemplo.
Una visita especial, emotiva y cargada de sentimientos. Al
final quedó la ilusión. Una motivación extra para que los
mayores con dificultades puedan pasar de la mejor forma
estas fiestas navideñas.
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