Es el momento del “bombardeo”
hacia los niños que, curiosamente, aunque son los padres los
que pagan, quienes marcan la pauta son los propios chavales.
Y aquí da lo mismo que sea época de crisis o de abundancia,
aquí hay unas fechas marcadas y unos determinados juguetes
que, bien Papá Noel, o los Reyes Magos, se encargarán de
traer.
Cada día, aquí también, el mundo del progreso aporta algo
nuevo, y por mucho que haya grupos, asociaciones o, incluso,
fabricantes, que quieran dejar de lado los juguetes bélicos
o sexistas, hay unos determinados tipos de juguetes que han
existido, para ellos o para ellas y seguirán existiendo.
Aquí la publicidad es donde más “estragos” hace, porque si
te anuncian un turrón, mejor o peor, va a ser dulce, si te
anuncian un cava, con más o menos burbujas, sabes lo que
estás comprando, pero cuando vas a comprar determinados
juguetes, tanto tú, como los propios niños, os lleváis una
decepción, al abrir la caja, porque ni los colores son tan
llamativos, ni los movimientos tan ordenados como los que se
ven en la “tele”, en ese mismo juguete. El juguete que tú
has comprado, que es el mismo que has visto varias veces en
televisión, parece otro en casa.
Los juguetes, hoy, empiezan siendo para verlos en la
publicidad, luego siguen siendo para mermar la cartera de
los padres y, finalmente, cuando llegan a los niños, ya se
han devaluado, ya no sirven para jugar, entendiendo el juego
como una actividad que ayuda a los pequeños en su
desarrollo.
Esto, realmente, no lo hacen hoy los juguetes, que si
entretienen es para auto centrarse en sí mismo, pero sin
desarrollar ninguna de sus capacidades.
El desarrollo físico, psíquico y social se da más con la
caja de zapatos arrastrada con una cuerda, simplemente, que
le sirve al chaval las 24 horas del día, que con ese juguete
importado no se sabe de donde, que más se parece a las
maquinitas de un casino que a algo para que el niño se
entretenga.
Porque hay otro truco, que se queda en eso, en simple truco,
y ello está en esos juegos que los anuncian como educativos
y como elementos para ayuda de ciertos deberes escolares.
Craso error ese, porque a lo único que ayudan esos “pseudo
educativos” juguetes es a averiguar algo parecido a los
juegos de “engañabobos” de la televisión, en los que se
prometen cientos de euros, si son capaces de formular una
serie de palabras de tres, cuatro o cinco letras.
La función de un juguete, en principio, está en servir para
que el niño se divierta, juegue y se entretenga, pero no
más, con lo que no tienen que ser los mejores aquellos más
caros o los más sofisticados.
Hace un par de días, en uno de los informativos, veía que un
determinado juguete, posiblemente al que mejor publicidad
para vender habían hecho, estaba ya agotado, a falta de un
mes para el día de Reyes, con lo que se veía, en época de
crisis y todo, a docenas de padres, preocupados por el
problema que se les planteaba ahora, si ese juguete, no
otro, no lograban conseguirlo para su niño.
¿Velan los padres por el juguete que es más conveniente para
sus hijos?. Aquí hay de todo, como en botica, y las más de
las veces, también, el padre va a esa moda del último
anuncio de un producto.
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