Cabe destacar que algunos
contertulios del Casinet se han sentido casi en la gloria
después de las palabras de Manuel Fraga Iribarne.
Poco antes he estado en el Ateneu de Barcelona donde algunos
socios y el presidente de honor del mismo se han puesto a
parir a la madre del cordero.
Me explico en éste caso: el partido anticatalanista UPyD, sí
ese de la única diputada transfuguita, utiliza la sala de
actos del Ateneu para ofrecer un mítin, cuando se trata de
una entidad que propugna la defensa y difusión de la cultura
y de la lengua catalana.
Mal comienzan los pseudo progresistas. La mente humana es
muy compleja, hasta el punto de que algunos profesionales de
la salud no entienden ni su propio trabajo.
Si hace unos días un diputado de ERC clamaba una frase que
ha sentado como un tiro a las huestes peperas, mientras el
rey calla, ahora debemos saber cómo han sentado las palabras
del presidente fundador del PP en su respuesta a una
pregunta del informador de los Desayunos: “Habría que
ponderarlos colgándolos de algún sitio” sobre los partidos
nacionalistas al objeto de limitar el peso de los mismos en
la política española. Menos mal que no agregó lo de
colgarlos por los cojones.
El propio padre de la Constitución, cuando representaba
Alianza Popular, cree haber cometido el error de introducir
el término “nacionalidades” en la Constitución española.
Por fin se quita la careta que muestra su verdadero rostro…,
recuerden que no andaba descaminado en un artículo que
publiqué hace meses en este mismo medio.
Choca bastante que Fraga comente sobre las palabras de Joan
Tardà, el diputado de ERC, como “una de las cosas más
gruesas que he escuchado” suponiendo que la soga con la que
pretende colgar a los partidos nacionalistas será igualmente
o más gruesa.
Entra demasiado tarde, el “sheriff” Fraga, en el “saloon” a
rescatar la botella de bourbon (tradúzcase como Burbón, no
Borbón) y el alud de críticas que ha recibido, recibe y
recibirá no lo parará ni aunque contrate a Casillas. Pocos
días después del Día de la Constitución…
Poco han tardado en salir voces en defensa del veterano
político gallego, 86 años, destacando por encima de todos,
la portavoz pepera y la secretaria general de dicho partido
mientras su jefe, Mariano Rajoy, se hace el tonto de los
cojones manifestando que no creía que Fraga quiera colgar a
nadie.
Obvio es que el viejo gallego hablaba en metáfora, ya que no
tiene edad ni fuerzas para ir colgando a nadie, pero esa
metáfora la pueden tomar al pie de la letra los componentes
de grupúsculos de ultraderecha, que siguen vigentes, y crear
un pandemónium no deseable.
El tropo soltado por Manuel Fraga Iribarne quedará grabado
para la historia.
Por otro lado se le podría perdonar, dada su edad, ante la
rabia que le consume por no haber sido nunca presidente del
Gobierno, y eso que le tenía mucha ansía al cargo, y por que
su partido no vuelve a ganar limpiamente unas elecciones. Se
irá a la tumba sin haber conseguido el eterno sueño de
sentar su honorable trasero en La Moncloa. Esto último dicho
con toda la consideración debida.
En fin. No terminaremos de seguir oyendo o leyendo
estupideces al por mayor, provinente de gente ducha en
política, y mucho, que están cabreadas por lo que sea y… ya
sabemos que a mayor edad más cabreo.
Si yo fuera político y llegara a la edad de 65 años optaría
por dejar la política. Me dedicaría el resto de la vida a
resolver mis propios problemas y no el de los demás, si
encima no se los resuelvo de ninguna manera ni siendo
político en activo.
Viene a cuento esto último porque el político franquista que
no tenía que haber seguido metido en política, en la
democracia, es Manuel Fraga Iribarne. Desde que soltó
aquella inmensa mentira sobre la bomba de Palomares con la
que quedó retratado hasta la inmortalidad.
Tenía que haberse retirado a tiempo. No lo hizo. Su codicia
está en su frente.
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