La refundación del partido
socialista -de Ceuta- ha desatado la pasión de quienes
tuvieron tiempo, durante muchos años, de mostrar semejante
amor e interés por unas siglas a cuya decadencia
contribuyeron por diferentes razones de intereses propios,
mayormente.
Si algunos de los que hoy ponen el grito en el cielo y
claman contra Salvador de la Encina por considerarle
dirigente de una purga de corte estaliniana, hubiesen
ayudado a la causa en su día, posiblemente al Partido
Popular no le habría sido posible arrasar en las urnas cada
vez que se han celebrado elecciones en esta tierra.
La decadencia del PSOE –de Ceuta- comenzó en el preciso
momento en que Felipe González y Alfonso Guerra
se asomaron al balcón del Hotel Palace, madrileño, para
cantar una victoria apoyada por diez millones de votos.
Porque fueron muchos los que entonces llegaron a la sede de
la calle de Daoíz dispuestos a levantar el puño con el fin
de medrar. Y tardaron nada y menos en enfrascarse en riñas
tabernarias, con el único y firme propósito de disputarse
puestos claves y prebendas.
Causaba pena ver de qué manera Manolo González Bolorino,
Aurelio Puya, Alejandro Curiel y otros más, cuyos
nombres ni quiero ni me apetece recordar, consiguieron hacer
de la vida política de Ceuta un reñidero donde durante
cierto tiempo se impusieron los espolones de Francisco
Fraiz.
Lo cual propició que de esa división interna saliera un
partido que tuvo como cabeza visible a Juan Luis
Aróstegui. Quien por aquel tiempo había evolucionado de
anarquista a comunista y viendo que no le daban bola los
socialistas decidió convertirse en un líder localista, para
terminar siendo lo que todos sabemos que es...
De aquella época, de cuando llegó Manolo Peláez como
primer delegado del Gobierno de la democracia, quién no
recuerda la arrogancia de los que se las daban de
socialistas e iban por la ciudad dando escolta al recién
nombrado delegado. Quién no recuerda los escándalos en los
plenos municipales. Y así podría ir enumerando situaciones
lamentables y escenas vergonzosas.
Escenas que deben ser conocidas para comprender mejor los
motivos por los cuales, años más tarde, aquellos socialistas
terminaron también por desertar del PSOE para formar parte
de Futuro y Progreso de Ceuta. Partido presidido por Fraiz,
acompañado por Basilio Fernández y muchos otros que
hasta entonces agitaban el puño cerrado y lucían flores cual
capullos rojos.
Aquellos barros fueron enlodando cada vez más a un partido
socialista –de Ceuta- que nunca más, por mucho empeño que
pusieran quienes llegaban dispuestos a sanearlo, levantó
cabeza. Eso sí, en cuanto José Luis Rodríguez Zapatero
ganó sus primeras elecciones generales, muchos optaron
por volver al redil mientras otros corrieron a afiliarse por
ver si podían obtener su canonjía correspondiente.
Sé, claro que sí, que De la Encina puede haber errado
al tachar de la lista a ciertas personas. Pero no creo que
los socialistas sean tan insensatos como para despreciar a
muchos afiliados en una ciudad donde necesitan mucha mano de
obra para derrotar a Juan Vivas. La criba, pues, está
hecha. Por consiguiente, no creo que haya vuelta atrás. Y a
otra cosa, mariposa.
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