Ni la crisis que padecemos, ni los
miles de trabajadores que pierden sus puestos de trabajo
cada día, ni que como consecuencia de esa crisis se compren
sus señorías coches de marca de la buena, ni que se gasten
en la reparación de despachos oficiales miles de euros o
quizás, en algunos casos, hasta millones de esa moneda que
nos ha traído la ruina a todos los españoles, tienen
importancia alguna al lado de la separación de Felipe
González. Manda…la cosa
El ex – presidente del Gobierno se ha separado de su esposa
después de muchos años de convivencia, para unirse a una
nueva señora. A el menda lerenda, diga lo que diga el mundo
mundial, los jóvenes y las jovenas o para estar más al día
con los “progres” los miembros y miembras el asunto se la
trae al fresco de poniente. Felipe González es muy dueño de
hacer con su vida lo que le venga en ganas, sin tener que
pedirle explicaciones a nadie.
La vida del ex - presidente del Gobierno me interesaba, como
creo que le interesaba al resto de los españoles, tanto en
cuanto ocupaba la presidencia de España, el resto de lo que
haga o deje de hacer con su vida, le pertenece sólo a él
mismo.
Y su vida cuando me interesaba como la resto de los
españoles, tengo que reconocer, más de una vez lo he hecho,
que durante los primeros ocho años al frente del Gobierno
español, fueron de chapó. Felipe González, durante esa época
de su mandato, fue un auténtico jefe de Estado que supo
poner a España, ante el mundo, en el lugar que por méritos
propios le correspondía. Se enfrentó a todo lo que había que
enfrentarse para realizar la reconversión industrial que
España necesitaba. Y lo consiguió a pesar de las cuatro
huelgas generales que le hicieron los sindicatos.
Tuvo la inteligencia suficiente para nombrar como ministro
de Asuntos Exteriores a Fernández Ordóñez, lo que fue un
éxito sin precedente, puesto que desde aquella época, no ha
habido, en nuestro país, un ministro de Asuntos Exteriores
con las capacidad de Fernández Ordóñez, el mejor ministro
que en ese puesto ha tenido nuestro país, desde la
instauración de la democracia.
Le criticaron cuando de entrada OTAN NO, pasando a
rectificar de forma rápida, para decir todo lo contrario.
Dicen que rectificar es de sabio y, en esa ocasión, una vez
más, González dio una muestra de su capacidad para gobernar
actuando con un hombre de Estado, sin importarle la opinión
de algunos personajes, porque sabía, a ciencia cierta, que
eso era para España, lo mejor en aquellos momentos.
El final de su mandato no fue tan acertado por diversos
motivos de todos conocidos, y en los que intervinieron las
presiones a que estuvo sometido por una parte de su partido.
Cuando Aznar decía la frase “márchese señor González”, le
tuvo que doler a Felipe lo suyo pero, seguramente,
comprendió que dadas la circunstancias lo mejo era marcharse
sin acritud.
Querer juzgar a González, por su separación de su esposa y
la unión a otra señora, me parece que ni tan siquiera merece
un mínimo de noticia en ninguno de los medios informativos a
excepción de las “telemierda”. Felipe merece un respeto.
|