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OPINIÓN - VIERNES, 12 DE DICIEMBRE DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

Magnífica cohabitación
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Los delegados del Gobierno nunca tuvieron mucha aceptación en esta ciudad. Tal es así que, cuando he visitado el edificio de la plaza de los Reyes, me ha parecido oír la voz de Fernando Marín López, que fue subdelegado, quejándose amargamente del trato que le dispensaban en sitio donde lo veían como un virrey dispuesto siempre a entorpecer el desarrollo de Ceuta.

Marín López, durante su mandato, se las tuvo tiesas con Ricardo Muñoz; alcalde en aquella época de finales de los setenta y comienzo de los ochenta. Y todavía tienen vigencia sus declaraciones a Francisco Amores, un 10 de marzo de 1982, en las que se despachaba a gusto contra quienes visitaban la delegación con ánimos de chalanear y con una falta de respeto enorme hacia la figura del delegado.

A partir de la llegada del primer delegado del Gobierno de la democracia, Manolo Peláez, fueron llegando otros y todos sufrieron en sus carnes la inquina que despertaban, y despiertan, en una tierra donde todos los males se lo han venido achacando a ellos. Porque al margen de las protestas que hayan tenido que hacer los ciudadanos en la plaza de los Reyes, con los representantes del Gobierno se han cebado siempre. Unas veces por hache y otras por be.

El que no ha sido vituperado por altivo, arrogante o desdeñoso, lo ha sido por mentiroso y vago, escaso de preparación y falto de sentido común, o declarado enemigo público de los ceutíes. Y, desde luego, han sido resonantes las trifulcas cuando se ha dado el caso de disparidades de criterios entre un alcalde perteneciente a un partido distinto al del delegado. La llamada cohabitación produjo motivos para enfrentamientos que fueron sonados.

De hecho, las personas sensatas han deseado siempre que sean políticos inteligentes quienes, durante un período de coexistencia, estén al frente de la Delegación del Gobierno y del Ayuntamiento, para que el entendimiento entre partes repercutiera favorablemente en la ciudad y, por tanto, en cuantos la habitan.

De modo que me imagino que esas personas estarán celebrando las magníficas relaciones que vienen manteniendo Juan Vivas y José Fernández Chacón. Ambos dispuestos a trabajar juntos a fin de sacar adelante cuantos proyectos redunden en beneficio de una tierra en la cual los dos dan pruebas evidentes de sentirse muy a gusto. Algo más que normal en alguien como Vivas, nacido aquí; pero menos factible en un andaluz que podría limitarse a hacerse notar mediante faenas de aliño y salir más que airoso de su cometido alimentando el ego, y lo otro, de quienes suelen tener acceso a tribunas públicas para contar sus verdades. Que no la verdad que todos debemos buscar.

Y son éstos, o sea, los eternos descontentos porque se ven imposibilitados de acceder a la Delegación del Gobierno para chalanear y hacer que prime la gestión informal por encima de todo, para bien de ellos, los que, tras un tiempo de espera, han decidido que ya les ha llegado su hora para principiar a demoler el prestigio que el delegado del Gobierno ha ido adquiriendo en tan poco tiempo. El prestigio y el respeto.

Y, cómo no, al frente de esa operación ya se ha puesto el hombre cuya obsesión consiste en ofender a las autoridades por sistema para paliar sus enormes fracasos como político: Aróstegui.
 

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