El Museo de las Murallas Reales recoge desde ayer la
exposición Contactos del Premio Nacional de Fotografía Ramón
Masats. A la inauguración asistió el presidente, Juan Jesús
Vivas, la Consejera de Cultura, Mabel Deu, y la subdirectora
general de Promoción de Bellas Artes del Ministerio, Elena
Hernando. La muestra une dos épocas diferentes del autor
analizando cuál es la constancia en su obra.
El Premio Nacional de Fotogorafía de 2004 Ramón Masats
expone desde ayer su muestra Contactos en el Museo de las
Murallas Reales. A la inauguración asistió el presidente de
la Ciudad, Juan Jesús Vivas, que invitó a los ceutíes a
asistir a la exposición “con un concepto tan relevante como
es el de contactar dos épocas diferentes” y que además era
un fiel reflejo de que “la fotografía es un arte”. Por las
salas de altísimos techos del museo también estuvieron la
consejera de Educación, Cultura y Mujer, Mabel Deu, con la
subdirectora general de Promoción de las Bellas Artes del
Ministerio de Cultura, Elena Hernando, con el que se ha
cerrado un convenio con el que varias exposiciones de
similar calibre llegarán a la ciudad. Por último y cerrando
la acumulación de peronalidades, el propio autor Ramón
Masats, que agradeció de forma escueta la acogida que había
tenido en la ciudad, y el comisario de la muestra, Chema
Conesa, que dio algunas claves para entender las
fotografías.
El concepto fundamental es unir dos épocas y dos periodos
del autor y ver cómo conserva las mismas inquietudes y la
misma capacidad de observación, “irónica” definió Conesa,
tras la cámara. Masats desde sus inicios con la Sociedad
Fotográfica de Cataluña, donde compartió cuna con otros
autores como Miserachs, Maspóns o Terré; ha sido un
rupturista ante el formalismo que acorsetaba a otros autores
y siempre ha ido a la concreción sin lecturas ampulosas en
sus obras.
La reunión de ambas épocas se hace mediante la yuxtaposición
o la unión directa de dos fotografías. Una, en blanco y
negro, de sus primeros tiempos y otra, en color, más actual.
Los nexos de unión son complejos y diferentes. Desde las
texturas, como en una composición donde se muestra dos
lanudos campos con una táctil piel de vaca; su interés por
las grafías, donde se reune el número 4 y el 6, uno en un
ambiente campero y otro en un albero taurino; o las formas
abstractas y las temáticas, como en las fotografías de una
hoces y unos capotes de torear recogidos en forma cónica,
ambos elementos de muerte.
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