Ayer, Casablanca (el populoso
pulmón económico del país) amanecía gris y húmeda, con un
persistente “orbayu” que dificultaba el ritual sacrificio,
afilado cuchillo en mano, de los corderos en las azoteas. En
las cárceles del país centenares de presos “salafistas”
tienen empacadas sus pertenencias en la creencia de que,
este año, muchos de ellos serían agraciados por una amnistía
real. Es un hecho que las autoridades han llevado a cabo, en
los últimos tiempos, una serie de contactos no solo con
simpatizantes de base, sino con peligrosos jeques del
“salafismo yihadista” (Fizazi, Abou Hafs..) encarcelados
desde hace años por su comprobada implicación en la apología
del terrorismo.
Pero, ¿qué se está negociando exactamente…?. Se solapan dos
cosas, por lo demás muy en la tradición represiva del país y
si no que se lo pregunten a Malika Ufkir: aquí, ante un
problema de seguridad detienen hasta al canario, por si su
canto estuviera cifrado e incluso también al perro del
barrio, no vaya ser (son animales con el oído muy fino) que
oyera algo. Junto a los jeques del odio y la sangre (sigo
con mis dudas sobre el particular caso de Kettani), acusados
de propaganda terrorista y decenas de activistas cogidos con
la mano en la masa, se ha detenido con endebles pruebas a
centenares de personas cuyo único delito era haber asistido
a ciertos actos sociales (bodas por ejemplo) protagonizados
por los adeptos del salafismo yihadista o, sencillamente,
por asistir al rezo en mezquitas controladas por éstos y que
aguardan en sus celdas con un agudo sentimiento de
incertidumbre e injusticia. En la actualidad unas mil
personas se encuentran en prisión acusadas, en mayor o menor
grado, de implicación en las redes del salafismo yihadista.
Amnistiar, con motivo de la Fiesta de Aïd El Kébir (Fiesta
del Sacrificio), a muchos de ellos podría calmar los ánimos
y darles la esperanza de recuperar el futuro en compañía de
sus deudos. Por el contrario, abrir las puertas de las
cárceles para que por ellas salgan sonrientes ciertos y
conocidos personajes salpicados hasta la cabeza por la
apología del terrorismo, sería además de un inmenso error
una burla a los marroquíes (y extranjeros) que han sufrido
en sus carnes las zarpas del terrorismo “yihadista”, además
de un peligrosísimo precedente para muchos que quisieran ir
tras sus pasos de incitación al terror. Mohamed VI debe
medir muy bien con la vara y separar el grano de la paja.
Hay gente injustamente detenida, pero no parece acertado
soltar a ciertos individuos.
Para hoy miércoles, la asociación “Annasir” que defiende a
los detenidos salafistas, dirigida por Abderrahim Mahtade,
tiene prevista una concentración en Rabat con motivo del 60
Aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos,
mientras el conjunto de las asociaciones marroquíes presenta
un balance anual opaco y preocupante en el campo de la
libertades. ¿Se puede hablar de una regresión en la
aplicación de los derechos humanos…?: los problemas de la
prensa crítica, la vergonzosa represión en Sidi Ifni y los
procesos por presuntos atentados a los símbolos sagrados, no
han hecho sino enrarecer el clima y dar la sensación de una
marcha atrás en la consolidación de un Estado de Derecho.
¿Es éste el país que se apresta a converger, como socio
preferente, con la Unión Europea?. Más aun: en realidad,
¿hacia donde navega Marruecos?.
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