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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 10 DE DICIEMBRE DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

La mala suerte de Mohamed Alí
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Juan Vivas jamás da una puntada sin hilo. Desde que yo le conozco, al menos, nunca ha dejado de buscar el lado práctico de las cosas. Y sería absurdo negarle el acierto que ha tenido desechando el jugarse el bigote por los demás para dárselas de altruista. No es lo suyo. Y hace muy bien actuando acorde con lo que le dicta su conciencia. Y si encima consigue rentabilizar de manera favorable su forma de entender la vida, miel sobre hojuelas.

Vivas calcula y analiza, minuciosamente, cualquier paso que da. Es verdad, a qué negarlo, que cuenta con la suerte que le achacan a los quebrados. Pero no es menos cierto también que la suerte hay que buscarla. Y Vivas comenzó a perseguirla nada más poner los pies en el Ayuntamiento.

Convertido en funcionario muy principal, supo muy pronto algo tan manoseado como siempre importante: que la información otorga poder. Y no dudó lo más mínimo en aplicarse al cuento de cada día a la vera de políticos, generalmente poco preparados y en muchos casos perezosos, a fin de asesorarles y de paso aprovechar la ocasión para irles calando en todos los aspectos.

Semejantes conocimientos de los políticos, y sobre todo de los alcaldes y presidentes a los que asesoró, sin distinción de colores, le hizo darse cuenta de algo que nunca ha dicho ni dirá: que cualquiera podía ser alcalde. Cualquiera, aunque tuviera un escaso bagaje de conocimientos, siempre y cuando los dirigentes de su partido decidiera situarlo el primero en las listas electorales.

Y a partir de ahí empezó a tomarse en serio la posibilidad de acceder a la política activa. Aprovechando el momento estelar, a escala nacional, que vivía el PP, se afilió a este partido; sin importarle que algunos pudieran recordarle su tendencia socialista y hasta cierta rebeldía en sus años mozos cuando recitaba de memoria los postulados de la izquierda. Porque ese pasaje de su existencia era, además, el que, salvo excepciones, han de vivir las personas que acaban siendo de derecha de casi toda la vida.

Pero la baraka que se le atribuye a Vivas, sí funcionó en esa etapa en la cual Jesús Fortes presidía la ciudad y el GIL se cernía como una amenaza en toda regla. Me explico: la presencia en Ceuta de un delegado del Gobierno autoritario y convertido en fiscalizador de todo cuanto se cocía en el seno de un PP local, convertido campo de batalla encarnizada entre militantes deseosos de poder y dispuestos a entregarse a la causa de Jesús Gil, le vino a JV como anillo al dedo de sus aspiraciones.

Porque arropado por Luis Vicente Moro, en un despacho de la Delegación del Gobierno, amén de aumentar sus ya muchos conocimientos, evitó el desgaste frente a los ‘gilistas’ y se libró de las muchas humillaciones que tal vez le hubieran inferidos las huestes de Antonio Sampietro.

Todo lo reseñado, aunque sea por encima y a vuelapluma, ninguna intención tiene de desmerecer la carrera política de Vivas. En absoluto. Puesto que cada cual es como es y, por tanto, merecedor de la suerte que se labra.

Ahora bien, la suerte del presidente de la Ciudad es, sin duda, la que ha hecho posible que Mohamed Alí, por ejemplo, siendo jefe de la oposición, lleve años viviendo sus éxitos en las urnas sin pena ni gloria. Y es así, porque la mayoría absoluta del PP ha acabado con los partidos bisagras.
 

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