Sesenta años después de la proclamación en la Asamblea
General de las Naciones Unidas de la Declaración Universal
de los Derechos Humanos la juventud española, al menos casi
la mitad de los encuestados por la Universidad Complutense
para su Encuesta Escolar de este año, un trabajo que realiza
desde hace más de dos décadas, aún no se ha enterado o no ha
asimilado su contenido. Es más, cada vez parece ir a peor en
lo que a la consideración y al respeto hacia el diferente se
refiere: el 41,9% cree que los blancos son superiores a los
demás; un tercio preferiría un España “blanca y católica” y
un 39% “echaría” a todos los marroquíes de nuestro país.
El artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos que la Asamblea General de las Naciones Unidas
aprobó hace exactamente hoy 60 años dice que “todos los
seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos
y, dotados como están de razón y conciencia, deben
comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Más de
medio siglo después, la sociedad española no parece haber
inoculado esos principios a sus jóvenes.
Según los datos de este año de la encuesta escolar sobre
racismo que elabora desde 1986 el Centro de Estudios sobre
Migraciones y Racismo (CEMIRA) de la Universidad Complutense
que dirige el antropólogo Tomás Calvo en las aulas españolas
se aprecia cómo “decrece el ‘imaginario romántico de una
sociedad mestiza y multicultural’”.
Durante los últimos diez años ha crecido casi cinco puntos,
hasta el 30,7%, el porcentaje de jóvenes de entre 15 y 19
años que preferirían vivir en una España “blanca, católica y
únicamente de cultura original”. Peor aún: el 41,9% de la
juventud de nuestro país cree que la raza blanca “es
superior y ha sido la más desarrollada en la Historia, un
41,9%.
Un porcentaje similar (36,9%) piensa que los inmigrantes
deben asimilarse “totalmente” y uno de cada cinco votarían a
un Partido como el de Le Pen “que echara de España a los
marroquíes y negros africanos”.
Los más odiados
Estos dos últimos colectivos son, junto a los
latinoamericanos, los más odiados por los jóvenes españoles.
Los nacionales del Reino alauita han sustituido este año a
los gitanos líderes en los porcentajes de rechazo y
xenofobia. Unos y otros acaparan antipatías, rechazo
matrimonial, recelo a ser compañeros de clase, y deseos
explícitos de “echarles del país”.
Tal como ayer adelantó este periódico, al 23,1% de los
adolescentes españoles “le molestan” los marroquíes como
compañeros de clase y a un 63,5% le molestaría tener que
casarse con uno de ellos. Un tercio “no les permitiría”
trabajar en España; un 24,6% cree que “nunca serán aceptados
en nuestra sociedad y un 49,7% “prohibirían el uso del velo
islámico en las escuelas”. El 39% sería partidario
directamente de “echarles de España”.
“El romance con nuestros hermanos latinoamericanos se ha
esfumado, y también, en parte, con nuestros nuevos socios
los europeos [particularmente en el caso de los rumanos]”,
advierte Calvo en sus conclusiones.
Y es que el primero de esos colectivos, con el que
compartimos idioma, es el grupo de inmigrantes que ha
experimentado el mayor aumento de xenofobia en los últimos
cuatro años. A día de hoy ya son, tras marroquíes y gitanos,
sobre todo si en lugar de latinoamericanos (a los que
echaría el 24,7% de los encuestados) se habla de “indios de
América Latina” (el 27,6% haría lo mismo con ellos), o de
“negros de América Latina” (26,7%).
Los negros de África también han experimentado un notable
aumento de xenofobia desde los primeros años de la encuesta,
en que no eran visibles y se tenia hacia ellos un
sentimiento compasivo. Ahora les pondrían de patitas en la
frontera el 21,6%, mientras que en 1986 sólo reconocían
desear hacerlo un 4.2%. Un 23% expulsaría también a los
asiáticos y un 18,8% a los judíos.
Desconfianza institucional
¿Por qué ocurre esto pese a las constantes campañas y
llamadas de atención contra el racismo y la xenofobia?
Aunque el estudio no lo vincula, probablemente porque el
44,6% no tiene “ninguna” confianza en las instituciones.
No obstante, el descrédito se ceba especialmente con la
Iglesia, que aunque mantiene en 2008 la segunda posición
(20%) tras el Ejército y la Policía (un 34.2%), ocupaba el
primer lugar de confianza en 1993, con un 40.4% (frente a la
segunda institución, el Ejército, un 21.7%).
El informe elaborado no está regionalizado, aunque el
estudio sociológico sobre la juventud de Ceuta realizado por
la empresa Sociópolis extrae tras sus grupos de trabajo
conclusiones muy similares: la visión de la emigración de
los jóvenes ceutíes es “negativa” y con un discurso “duro”,
aunque no entran “en actitudes plenamente xenófbas y
racistas”. Sobre la sociedad ceutí consideran que “hay
convivencia pero sin integración”.
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