Tremendo. Intento acudir al
mercado medieval de Vic para pasar el domingo en un ambiente
cálido y divertido, comprando de paso algunas chucherías
para Navidad. Imposible. La carretera que conduce a la
población catalana es un auténtico pandemónium. Miles y
miles de coches hablan a las claras de la supuesta crisis de
algunos. Crisis que se transforma en cuanto la gasolina baja
un poco.
Dimos la vuelta y regresamos a la tranquilidad de Mataró.
Hoy escribiré de la Constitución (igualdad ante la ley) y
del PP (Apocalipsis nº 101)
El artículo de nuestra Constitución más manido, más
manipulado, más tocado hasta dejarlo “groggy” es el 14.
Por si no recuerdan su contenido: “Los españoles son iguales
ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna
por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o
cualquier otra condición o circunstancia personal o social”.
Por lo visto, se nota que cada día estamos bastante alejados
de ese derecho. Cada vez son mayores las distancias entre
hombres y mujeres.
Hoy en día la mujer está de moda, por decirlo de alguna
manera, y se nota bastante, más aún cuando llegan a puestos
de responsabilidad, tanto en el mercado laboral como en el
político.
Se efectúan campañas, seminarios, reuniones informativas,
etc. para fomentar y pedir al hombre, por una parte, que
colabore en tareas domésticas y por otra parte que la
mujeres tengan facilidades para conciliar la vida familiar y
laboral.
El punto disonante es cuando se separan, cuando el
matrimonio hace aguas… ahí pregunto ¿dónde está la igualdad?
Hasta donde alcanzo a entenderlo, los niños pasan siempre a
ser obligación exclusiva de la madre con lo que se rompe la
esencia del propio artículo 14 de la Carta Magna y con ello
ratifica la posición de debilidad de las mujeres a pesar de
que se promulga que la mujer es independiente.
Ya sabemos que hay voces que gritan contra la custodia
compartida por lo que se hace, más que nunca, necesario que
la igualdad entre hombres y mujeres sea real, conculcar el
derecho de los niños a tener madre y padre y compartir su
crianza por encima de cualquier interés que no sea el del
niño.
Cambio de tercio. No tengo otro remedio que seguir
comentando, algunos dirán opinando, sobre el lacayo de uno
de los jinetes del Apocalipsis en que se ha convertido el
inefable Mariano Rajoy, al que empiezan a imitar muchos de
sus compañeros de filas.
Mariano Rajoy se caracteriza como el político que más
descalificaciones realiza. Acusa al Presidente del Gobierno,
Rodríguez Zapatero, de ser el culpable del poco peso
político y la falta de credibilidad que tiene España en el
mundo, que nuestro país pinta poco entre los más poderosos y
especialmente ante los EE.UU. desde que nuestro Presidente
del Gobierno ordenó la retirada de las tropas en Irak y con
ello se ganó el ninguneo de Bush.
Debe saber el ínclito líder pepero que ese ninguneo, según
declara, ha durado hasta las recientes elecciones que han
demostrado el interés de los votantes norteamericanos por
rechazar la política de los republicanos, política de
agresión y desafío a los mandatos de la ONU con el resultado
de un coste humano de miles y miles de muertos.
Olvida Mariano Rajoy que el incondicional apoyo que
otorgaron Aznar y él a la invasión, a la guerra y sus
terribles consecuencias, con la suma de las atrocidades
cometidas por los militares estadounidenses causaron un
fuerte daño a la credibilidad y respeto hacia nuestro país
de los demás países democráticos del mundo.
La caracterización de Mariano Rajoy como inquisidor número
dos, el uno sigue siendo Aznar, lo lleva a emplear sus
fuerzas en criticar, maldecir y pretender zozobrar la
política del Gobierno sin importarle que con esa actitud
perjudica notablemente la misma credibilidad de nuestro
país.
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