Tomasito, visto de espalda, parece en La Sala uno más de
los técnicos de sonido. Después se da la vuelta y ves que
tiene una particularidad, que es gitano. Luego, cuando
empiezas a hablar con él te das cuenta de que podría ser un
técnico de sonido más, pero que tiene una particularidad, el
don de la espontaneidad. Eso, mezclado con flamenco, sí que
da la fusión. Tomasito es papá desde hace tres años y está a
punto de recibir a su tercer hijo. Pero su periplo anterior
ofrece un surtido de curiosidades: algunas de ellas se las
quedará para siempre, por olvido o por arrinconadas en la
memoria; otras, las comparte como si Lola Flores estuviera
viva. “Me gusta que me pregunten por ella”, cuando podría
estar harto realmente.
Pregunta.- ¿Suele tocar más en sitios pequeños que grandes?
Respuesta.- Normalmente suelo tocar en sitios grandes, pero
donde yo empecé fue en los sitios pequeños y ahora la verdad
es que toco donde me llaman. Si se llega a un acuerdo pues
toco en la Sala, a mí me da igual si caben 100 como si caben
5.000. Los músicos somos como los doctores, si nos llaman
tenemos que acudir para responder y curar.
P.- ¿Prefiere tocar en sitios más grandes o en pequeños?
R.- Lo importante es tocar, que tenga buen sonido, que nos
escuchemos todos, aunque lo más auténtico son las salas
pequeñas. Es como grabar un disco. No es lo mismo cuando
tienes al público enfrente de tu cara que cuando lo tienes a
50 metros.
P.- Pero después de cantar en escenarios amplios, ¿le
sigue motivando un lugar más pequeño?
R.- Me motiva todo. Ayer estuvimos en San Fernando actuando
en un local pequeñito y me partí la camisa y todo. No había
vallas, no había nada, pero es que me mola tó. Mira,
‘Prince’ lo está haciendo ahora, se ha llevado tres meses
por allí tocando conciertos en salas y a 15 euros la
entrada.
P.- ¿Cuánto tiempo considera que lleva usted en el
escaparate?
R.- Muchos años. Empecé con ocho. Tengo ahora 39 años, tú
sabes...
P.- Por Lola Flores le pregunta todo el mundo...
R.- Todo el mundo, además a mí me encanta, porque ha sido
una referencia en la vida. La faraona, compadre. Eso era
todo espontaneidad, viveza... Nada más que como se vestía
ya, como te cataba. Después de las actuaciones te cogía y te
decía, vámonos a comernos unos garbanzos allí al ‘Lerele’.
P.- ¿Cuántos años tenía usted entonces?
R.- Yo tenía 14 años. No, mentira. Menos, tenía menos, unos
9 años. Estaba yo en Jerez y mi madre era muy fan de Lola
Flores. Ya sabéis, las gitanas viejas pues les gusta esas
artistas. Mi madre me sacó a bailar y entonces Lola
Flores... lo que le gustaba de mí eran los ‘pitiitos’ que
pego -se mete el dedo meñique entre las comisuras de los
labios y empieza a dar silbidos al estilo de Huckel Berry
Finn-, le hacían mucha gracia. Tocaba el pito por bulería,
le hacía mucha gracia y ella no había visto nunca eso. Es
una mujer -habla en presente- que ve el arte. La vida y el
arte tienen gracia cuando va el ritmo al compás.
P.- ¿Sigue manteniendo la inocencia que tenía con esa
edad?
R.- Claro que sí, porque cuando me subo al escenario lo
noto, mantengo la inocencia. En la vida real también la
llevo, no tengo maldad.
P.- ¿Qué supone para usted estar en Ceuta o en Nueva York
y llenar?
R.- Es muy grande. Esto es un globo terráqueo y adonde vayas
tienes que darlo todo.
P.- ¿Sube su autoestima?
R.- A mí me gusta porque son diferentes culturas. En todo el
mundo hay cultura detrás y en cualquier sitio que actúo me
siento a gusto. Quien escucha nuestra música y lo
agradece... He estado en Jerez, en Ceuta... en todos lados
me gusta actuar.
P.- Siendo de familia humilde, ¿no se le puede subir a la
cabeza?
R.- A mí no.
P.- ¿Cómo mantiene los pies en la tierra?
R.- Después de un concierto, me bajo y estoy con la gente y
el público. Si tengo que aguantar 100 firmas, pues las
aguanto; si tengo que aguantar otras tantas fotos, pues las
aguanto. Eso es bonito realmente. Cuando no se puede no se
puede. En todo el mundo gusta escuchar culturas musicales.
Yo he pisado con Lola Flores escenarios de Nueva Zelanda,
Australia... yo qué sé... he estado en muchos sitios.
P.- ¿Usted qué papel tenía?
R.- Yo cantaba y bailaba. Ella me daba mi sitio. En la
televisión sobre todo. Cuando empezó Telecinco... yo he
currado mucho con ella en la tele y me daba una vida...
‘Venga Tomás, alégranos la vida; sal aquí cantando y nos
bailas lo que tú quieras’.
P.- ¿No le cortaban las cámaras?
R.- A mí qué me va a cortar... A mí cuando me llamaba por
teléfono ella, pum, pum, pum -se toca el pecho- la patata
del corazón... No sabes la energía que suelta esa mujer na
más que le ves los ojos. Temperamento, saber estar con la
gente, en el escenario, arte. Fue la primera que me dio a
conocer. ‘¿Tú quieres grabar un disco?’ ‘Venga, yo lo
grabo’, le dije yo. ‘Venga, pues graba tú la maqueta que yo
la presento’. Ella me ayudó a meterme en el mundo de la
discografía.
P.- ¿Y con Antonio Flores llegó a tener relación?
R.- También lo conocía, claro. Y a Rosario. Ella y Lolita
todavía me llaman para algunas colaboraciones que les hago.
P.- ¿Cómo se definiría como persona?
R.- Joder. Un poco inquieto, nerviosillo. Pero también tengo
mi parte de tranquilidad. Siempre soy investigadora, siempre
pensando.
P.- ¿Tiene mucho tiempo libre?
R.- Los busco. Tengo familia y hay que buscarlo. Y si no los
tengo, hay cosas en la vida que me estimulan para conseguir
salir adelante.
P.- ¿Canta todo los días?
R.- Siempre estoy en contacto con la música, sino es
cantando es tocando la caja -y comienza a darle palmadas
rítmicas a las escaleras donde está sentado- y ya he hecho
algo en el día.
P.- En las familias gitanas vivís muy unidos. ¿Cómo lo
lleva en su caso? El irse de gira...
R.- El niño siempre preguntando que voy a cantar, que cuando
vuelvo. Yo no elijo irme un mes o dos meses. Yo si me voy es
una o dos semanas, si no, la familia viene conmigo. Si te
llevas más tiempo de la cuenta fuera, acabas separándote de
la familia. Un año, no; pero dos, tres, cuatro, cinco,
seis... acaban hartándose.
P.- ¿Ve en sus hijos lo que Lola Flores vio en usted?
R.- Bueno, el mayor no veas, es listillo, tiene tres años y
ya canta y tó. Está todo el día con la batería, con la
música, me tiene loco, compadre.
P.- ¿Y le enseña los vídeos de cuando usted empezó?
R.- No le enseño mucho y no quiero inculcarle tanto, lo que
pasa es que me ven todo el día con la guitarra, pero yo
quiero que ellos decidan.
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