Alharacas en el gallinero
político, golpes de pecho, rasgada colectiva de vestiduras y
gobierno y oposición cada vez más integrados en el papel de
figurantes del genuino Parque Temático de la Estulticia.
¡Que se pare España y se investigue si existieron en el 2002
vuelos secretos de la CIA pasaportando talibanes a
Guantánamo! Y ustedes se rascan la sesera y servidora
también se la rasca. Con estupefacción. Dispuestos a sufrir
un jamacuco. A pique de un repique de un pasmo y un
espeluco. Porque, con el veinticinco por ciento de los
españoles viviendo en el umbral de la pobreza y veinte
millones arrodillados ante los banqueros depredadores ¿Qué
mierda nos importa el que, hace ya seis años, trajeran o
llevaran talibanes a Guantánamo o directamente al carajo?.
Pero de algo tienen que hablar en los telediarios, lógico,
los ingresos de la publicidad mandan. Y mejor es presentar
los pretendidos vuelos de la CIA, cargaditos de barbudos
trajinosos, como una especie de escándalo nacional de gran
envergadura, de esos que avivan, alientan y promueven la
alarma social, que asumir con honestidad que, en un nefasto
momento, se dejó a los españoles en manos de los tiburones,
sin control ni límites y que, los escualos capitalistas, nos
han roído las túrdigas y tenemos encima más ruinas que
Mérida.
¿Qué dicen que existen documentos top secret de la era Aznar,
celosamente reservados para ocultar la durísima realidad de
que, en una ocasión, concretamente un jueves que había
mercadillo en el Puerto de Santa María, un avión sospechoso
aterrizó en Rota para repostar y nadie pudo atisbar por las
ventanillas porque llevaban cortinas negras de croché? Me
digan, me cuenten ¿Les importa tan siquiera una boñiga el
tráfico aéreo, cuando los caimanes de la banca se niegan a
conceder créditos ni hipotecas, la construcción se ha
derrumbado, la venta de coches se ha derrumbado y las
familias acuden por cientos a Cáritas para poder comer? No.
Ni nos importan los vuelos secretos, ni los talibanes, ni la
vil estulticia hipócrita de esa clase política lejana y
ajena a la realidad. Demasiado ocupada en luchar con uñas y
dientes por mantener el cargo y los privilegios, como para
mojarse en las aceras, justo a las puertas de los
supermercados, cuando los reponedores sacan los contenedores
con los productos caducados o desechados y una avalancha
humana se lanza a escarbar las basuras para llenar el carro
de la compra.
Es más, me consta y lo afirmo que, si algún político o
chupóptero afín con alto cargo acertara a pasar en esos
momentos por el espectáculo dantesco de los hambrientos a la
caza del yogur o de la fruta pocha, su comentario sería algo
así como “¡Criaturicas! ¡Mira, mira como reciclan!” Eso sí,
si el chupóptero fuera socialista añadiría con satisfacción
“¡Se ve, se siente, que Educación para la Ciudadanía está
presente!”. Ya saben. Por aquello del reciclaje y de arrojar
papel y cartones en el contenedor habilitado al efecto, para
facilitar la labor a los cartoneros que han reaparecido como
alternativa laboral de la miseria.
A saber, residuos orgánicos en bolsas y en otro cubo para
colaborar a la erradicación del hambre en el mundo,
concretizando la erradicación en los paupérrimos que rompen
las bolsas a la captura del filete a medio roer o de los
restos de guisadillo en los que poder mojar un mendrugo.
Pero los menesterosos no votan, ni escriben columnas de
opinión porque, el teclado del ordenador lo tienen en la
olla por mor de darle sabor al puchero viudo, así que se
pasa de ellos y se mira para otra parte. ¡Demasiado revuelto
anda el panorama nacional en las alturas con la incógnita de
si Aznar autorizó hace seis años que pasara por encima de
Matalascabrillas del Hijoputa un Boeing hasta los topes de
talibanes reveníos, todos ellos con más mala leche que un
gato rabiando! ¿Existirán documentos clasificados como X?
¿Se cruzaría por un casual el avión destination Guantánamo
con un objeto volador no identificado para engrosar los
Expedientes X? ¿Tiene la culpa Aznar de que un ovni
sobrevolara Matalosmamones del Marquesado? ¿Iba un talibán
en el ovni?. No. Yerran los políticos. El ovni aterrizó en
misión de paz.
En la puerta de un Carrefour. Y la turba hambrienta que
atiende expectante las sobras y los desperdicios de los
contenedores, se abalanzó sobre el invento, desguazó el
platillo volante para venderlo en las chatarrerías y se
comieron a los alienígenas confundiéndolos con postres de
Ferrán Adriá. Natural. Eran verdes y raros y echaban
humillo.¿Que iban a saber los pobres de vuelos secretos de
la CIA?.
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