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OPINIÓN - VIERNES, 5 DE DICIEMBRE DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

La influencia de diciembre
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

La semana pasada, y aprovechando que había intercambiado impresiones con Pepe Ríos Pozo, decía yo que cumplidos ciertos años los recuerdos empiezan ya a doler. Pero que recrearse en esa suerte no es conveniente. Porque mirar hacia atrás con insistencia nunca ha sido recomendable. Y si no hay está el pasaje de la mujer de Lot para recordárnoslo.

Pero una cosa es lo que uno recomienda y otra muy distinta lo que hace. Así que debo confesar que llevo varios días en los que se me vienen a la memoria nombres de personas con quienes compartí ratos de ocio y mantuve relaciones muy cordiales. Casi todas ellas están ya fallecidas.

Tales pensamientos se los achaco yo al influjo poderoso que ejerce diciembre incluso entre quienes, como es mi caso, solemos negar que es un mes especial. Un mes que, aunque con el paso de los años ha sido adulterado y convertido sus días en motivos para vivir el despilfarro, ante la mirada atónita de los más desfavorecidos, sigue tocando las fibras sensibles de quienes aun se creen protegidos contra ellas por una coraza dura como el pedernal.

Así, me resultó fácil acordarme, el miércoles pasado, de Eduardo Hernández. Y no dudé en dedicarle esta columna; por más que sepa que sus lectores sólo desean que les cuente vida y milagros de los políticos y si es posible que resalte los errores que cometen y los disparates que suelen decir, en bastantes ocasiones, desempeñando cargos que les permiten vivir la vida.

Y en cuanto me aparto de esa línea, llegan los de siempre para echarme en cara que llevo unos días que estoy desconocido, más bien blandengue; y me dicen que se me nota mucho que voy perdiendo vigor. Son personas que gustan de ver a los políticos zaheridos y puestos en la picota de papel diariamente. Y que son felices pidiendo a cada paso que se les sean reprochadas cuantas acciones e intervenciones emprendan.

Ayer, precisamente, me incitaban a darles caña a Pedro Gordillo y a Juan Vivas por razones que no me convencían. Por ejemplo: me aseguraban que ambos le tienen más que respeto a Manuel González Bolorino, director general de Ceuta Radio Televisión. Y que sería muy conveniente indagar el porqué de ese canguelo que le adjudican a tan poderosos e influyentes gobernantes.

Me despedí de quienes creen que Vivas y Gordillo jamás se atreverán a enfrentarse al director general de la televisión pública, ni cuando éste tome decisiones contrarias a razón, recordándoles que lo que deberían hacer es exponer sus quejas por escrito y firmadas, por supuesto, y enviarlas a los medios. Y entonces, sin ningún género de duda, serían analizadas en este espacio; tras comprobar, cómo no, que son merecedoras de crédito.

Mientras tanto, y en vista de que estamos en diciembre, finalizaré hablando de un hombre bueno. De un hombre a quien tuve la suerte de tratar mucho y de compartir con él ratos buenos y menos buenos. Antonio Fernández, ‘El Flaco’, apelativo por el cual se le conocía cariñosamente, fue concejal delegado de barriadas y directivo del fútbol base de la Agrupación Deportiva Ceuta.

Antonio era funcionario municipal. Vivía en la barriada de Zurrón y su casa estaba siempre abierta para cualquiera. Yo tuve la suerte de conocerle y de estimarle. Y puedo decir que lo vi dar la talla en momentos delicados. Fernández era un hombre de verdad.
 

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