Hace pocas fechas, cuando le
explicaba yo a Francisco Sánchez Paris que me
resultaba muy difícil escribir del consejero de Economía,
Turismo y Empleo, porque nunca había tenido la oportunidad
de hablar con él, llegó Guillermo Martínez y sin dar las
buenas tardes ni excusarse por interrumpir nuestra
conversación, le dijo no sé qué al director del Gabinete del
presidente, y se marchó sin decir ni pío.
Entonces, le dije a mi interlocutor que la actitud de
Martínez, tan seca y distante, eufemismos claros para no
decir lo que pensaba de él en aquel momento, era la causa
por la cual nunca me había dado por dedicarle mi modesta
columna.
Y Sánchez Paris no dudó en salir a los medios para hacerle
el quite correspondiente al consejero. Y lo hizo bregando
con el capote de la timidez y de lo reservado y callado que
es Martínez. A quien, por lo oído, le cuesta mucho trabajo
abrirse a los demás si antes no ha conseguido hacerse a la
idea de que no se lo van a comer crudo.
De aquel encuentro no esperado en la sala de estar del Hotel
Tryp, precisamente cuando se hablaba del consejero Martínez,
hice su correspondiente comentario para demostrar que yo no
tenía nada en contra de él pero que sí me chocaba su aridez
y su comportamiento desabrido. Tal vez por falta de tablas o
bien por esa actitud apocada que le achacaba el más
destacado asesor del presidente de la Ciudad.
Sea como fuere, y a pesar de que no obtuve ese día la
impresión deseada del consejero de Economía, Turismo y
Empleo, me hice a la idea de que cualquier día me llegaría
la oportunidad de referirme a éste con placer y buen son.
Por más que su timidez le hubiera jugado una mala pasada en
mi presencia.
Y la oportunidad, miren ustedes por dónde, se me ha
presentado antes de lo previsto y de manera que me produce
una enorme satisfacción destacar que la mesa de contratación
presidida por él haya elegido a la empresa ‘Papel de Aguas’
para que diseñe el stand de Ceuta en FITUR.
Y la satisfacción radica en que la designación haya recaído
en una empresa local. Y sobre todo porque no me cabe la
menor duda del acierto que ha tenido el consejero y los
componentes de esa mesa al confiar en que Diego Sastre
y Antonio San Martín serán capaces de diseñar un
expositor que hará las delicias de propios y extraños.
Así que a partir de ahora, espero que el consejero Martínez
deje de pensar que yo la tengo tomada con él y mucho menos
que lo traté con saña nada más tomar posesión de la
consejería. En principio, no recuerdo ni siquiera lo que
pude escribir sobre él, cosa rara en mí. Pero seguro que no
sería nada ofensivo ni, por supuesto, motivo para que
algunos de sus mejores amigos se le ofrecieran para
responderme acerbamente.
Es sí, el cargo le exige a Guillermo Martínez, amén de
actuaciones exitosas, que sea más dado a tratarse con los
demás. Que procure vencer su cortedad y se muestre algo más
abierto al diálogo en situaciones donde le conviene no
expresarse con monosílabos causantes de recelos en cualquier
reunión. No lo aliento para que se convierta de la noche a
la mañana en un contador de chistes que nos haga
desternillarnos de risa ni tampoco en un conversador de
altos vuelos. Pero es conveniente que alterne con más
desparpajo.
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