Los hechos denunciados supuestamente ocurrieron la madrugada
del 27 al 28 de octubre de 2004 en el regreso, desde
Tarragona, del buque ‘Pizarro’, en el que viajaban los
legionarios de la Armada Española; dos de ellos, acusados de
una presunta agresión sexual hacia una marine del barco,
hecho que deberá esclarecer el magistrado de la Audiencia
Provincial. El fiscal solicitó 6 años de prisión, la
acusación ocho y los letrados de la defensa, la libre
absolución.
Diez testigos, cuatro abogados, tres magistrados, dos
acusados, una denunciante y el fiscal. Así se dibujaba el
panorama judicial de la Audiencia Provincial en la mañana de
ayer, en una vista que se prolongó hasta pasadas las cuatro
de la tarde y en la que se indagó si se cometió o no, un
presunto delito de agresión sexual de dos legionarios a una
marine.
Al parecer, los hechos transcurrieron en la madrugada del 27
al 28 de octubre de 2004 en el buque ‘Pizarro’, cuando
regresaba a la ciudad autónoma desde Tarragona y
transportaba al cuerpo de legionarios, que había estado de
maniobras durante 12 días en Zaragoza. Según declaró la
supuesta víctima, “sobre las dos menos diez de la mañana, me
dirigía a la sala de máquinas ya que tenía que tomar el
relevo de mi compañero en la guardia. Al atravesar el
pasillo que te lleva a la zona, encontré a cuatro
legionarios que estaban tomando cervezas y les dije buenas
noches. Entonces uno de ellos me dobló el brazo, mientras
otro me tocaba mis partes íntimas. Luego me tiraron al suelo
e intentaron meterme un tranquimacín en la boca y escuché
que así me podrían llevar al sollao. Cerré los dientes para
impedirlo y en una de estas, que uno de ellos se descuidó
para coger la caja de cervezas, salí corriendo y escapé.
Intentaron seguirme pero los podían ver así que no
continuaron”.
Sin embargo, ambos imputados coincidieron en sus argumentos
alegando que “ese mismo día, después de embarcar, me duché,
cené algo y me fui a dormir sobre las diez o diez y media de
la noche porque estaba muy cansado de los doce días
conduciendo el BMR. No bebo, no fumo, no tomo pastillas e
incluso estaba en el mes del Ramadán y se nos tiene
prohibido cualquier contacto físico con una mujer”, acreditó
uno de los imputados.
Mientras, el otro reafirmó que “al rato de haberme acostado,
porque estaba destrozado, tuve que mandar callar a mis
compañeros del sollao. Hasta ahora, nunca había conocido a
esta marine, ni la había visto nunca, ni tuve ningún
problema ni con ella ni con nadie”.
Según explicaron los imputados así como diferentes testigos,
“nos enteramos de lo ocurrido a la mañana siguiente pero
nadie vino a hacernos preguntas ni tomarnos declaraciones ni
mucho menos. Fue ya por la noche cuando estábamos en la
cena, en una mesa con el resto de compañeros hablando árabe,
cuando nos llamaron la atención. En un principio, creímos
que era por hablar nuestra lengua, que está prohibido; pero
luego el sargento fue despidiendo a varios compañeros hasta
que nos quedamos nosotros dos y nos empezaron a cuestionar
con todo tipo de preguntas trasladándonos a una sala”,
declaró el imputado.
Efectivamente, según aclaró la supuesta víctima, “yo estaba
en la cena cuando los vi aparecer y se sentaron en la mesa
de delante. Comenzaron a reír y hacer burlas y entonces le
dije a mi compañero que habían sido ellos dos y él se lo
comunicó al sargento. Ellos intentaron marcharse pero el
sargento los detuvo en la mesa para que no se fuesen”.
|
Alcohol, un marine por la borda y un presunto delito
Tal y como acreditaron siete de
los diez testigos llamados a declarar, aquella noche en el
buque Pizarro ocurrió de todo. Un marine se tiró por la
borda, varios grupos consumieron alcohol en diferentes zonas
no autorizadas y supuestamente, se produjo una agresión
sexual. La acusación particular esgrimió que ninguno de los
testigos “acredita que entre la una y las dos de la
madrugada los imputados estuviesen durmiendo aunque horas
antes y después si los hubieran visto en el sollao. Y que
los informes de los forenses acreditaron magulladuras en el
brazo y el cuello y un cuadro traumático que provocó la baja
de la marine por el trágico suceso. Además, que la marine
cuando confesó lo sucedido a uno de los compañeros se
encontraba en estado muy nervioso, que ha asegurado que le
quitaron el teléfono móvil para que no se comunicase con el
exterior y que no encontró respaldo de los altos mandos ante
sus acusaciones”. Por su parte, la defensa alegó que “las
versiones de la víctima resultan contradictorias porque al
preguntarle si distingue la insignias de los diferentes
cuerpos militares, no los reconoce. Sin embargo asegura que
eran legionarios. También asegura que tenían perilla cuando
todos los compañeros llamados a testificar han declarado que
nunca han visto a los imputados con barba. Y la rueda de
reconocimiento realizada en el buque, y en la que
supuestamente la marine identificó nuevamente a los
imputados, se realizó sin defensa. Ningún oficial asumió la
representación de los legionarios. Y, para concluir, en las
primeras declaraciones tomadas a la denunciante, dice que
sólo pudo reconocer a dos cuando había cuatro personas
presentes en aquel pasillo”. Los letrados de la defensa
insistieron en que “no ponemos en duda que existiera una
agresión sexual pero no está acreditada que fuera por
nuestros patrocinados”.
|