Mañana, el Presidente Juán Vivas
Lara tiene previsto inaugurar en el Salón de Actos del
Palacio de la Asamblea las “I Jornadas de Seguridad Privada”
en la Ciudad Autónoma de Ceuta, organizadas por el “Grupo
Ecos” y coordinadas por el abogado y crimínólogo Juán Gómez
Letrán y que el próximo jueves serán clausuradas por el
Delegado del Gobierno, Fernández Chacón. Lamentablemente,
las mismas coinciden casi en el tiempo con una de las
grandes masacres terroristas (no voy a ponerles adjetivo) de
los últimos años, junto a las de Nueva York y Madrid, entre
otros actos de barbarie indiscriminada repartidos por todo
el mundo.
Junto a los nuevos retos que presenta el diseño táctico del
ataque, así como la selección de objetivos incluyendo la
toma de rehenes, llama la atención la displicencia de la
organización terrorista al contemplar la eliminación de sus
activistas, sin duda costosamente formados: no estamos
hablando de vulgares suicidas, gente sin apenas digamos
“cualificación” guerrillera o militar; los terroristas
abatidos en Bombay (aun no sabemos el número, pero parece
más elevado que el aportado hasta la fecha) por el ejército
y la policía de la India, perfectamente equipados y
entrenados, han debido de pasar al menos yo diría que por un
año de duro adiestramiento teórico y de maniobras en campos
preparados al efecto, por no hablar de las labores previas
de estudio de los objetivos y preparación logística,
ocultando al parecer parte de los arsenales empleados en los
ataques en los mismos; incluso su repliegue, parcial, en el
hotel “Taj Majal” fue brillante; el uso de teléfonos vía
satélite, el municionamiento (al menos seis cargadores de 50
balas por terrorista), las raciones de comida y tarjetas de
crédito listas para el uso, indican que el mando terrorista
contemplaba la posibilidad de la huída después de una larga
lucha. Es decir, no estamos ante el caso de potenciales
suicidas como en algún sitio se ha escrito y sí, por el
contrario, de tropas (terroristas) de élite. Por tanto, la
pregunta pertinente (y mi gran inquietud) es: ¿qué tipo de
grupo terrorista es éste, que manda a una operación tipo
comando y con escasas posibilidades de retorno, a efectivos
altamente profesionalizados y que, sin ninguna duda, le
llevó largo tiempo entrenar…?; ¿dispone de células similares
de repuesto…?.
En este contexto y junto a labores preventivas primarias
(información, no ya al alcance de un Estado en solitario,
sino de un trabajo en equipo) y terciarias (eliminación del
ataque), queda particularmente en objetivos civiles
((hoteles, centros culturales y de negocios, escuelas…) una
ingente labor sobre el terreno para la seguridad privada,
cuyo reto sin duda es de alcanzar una mayor formación y
preparación (prácticas reales: uso de escáner, seminarios de
psicología, ejercicios de tiro…) de los vigilantes de
seguridad así como, también hay que subrayarlo, una
remuneración a la altura (y los riesgos) del trabajo
preventivo a realizar; también véo más necesaria que nunca
un soporte teórico sobre la dimensión específica del riesgo
de los movimientos terroristas “yihadistas” (salafistas
sunníes o shiítas, más proclives estos últimos al “martirio”
del hombre/mujer-bomba). Partiendo, como bien ha señalado
Gustavo de Arístegui, de que la gran mayoría de la comunidad
musulmana es ajena a estos planteamientos.
|