No lució, como se hubiera deseado,
la inauguración del alumbrado navideño, por la persistente
lluvia del fin de semana pero, a pesar de ello, en su justo
momento se inauguró, oficialmente, ese alumbrado que estará
haciendo más brillantes las fiestas navideñas.
Lo que no encaja, no aquí, sino en todo el país, en las
grandes ciudades, es por qué se madruga tanto en la
iluminación especial de las fiestas navideñas, cuando falta,
aún, casi un mes para su comienzo, y cuando estamos en época
de crisis aguda.
La cuestión es clara, la Navidad ha pasado de ser una simple
fiesta religiosa, con unos orígenes enfocados hacia pobres y
marginados, especialmente, a pasar a ser las fiestas más
representativas del consumismo que, ahora mismo, va en
declive.
Salir de casa para contemplar las calles más adornadas,
mejor iluminadas y más bonitas, hace que, aún sin querer,
más de uno de los que salieron simplemente para ver, se
decida a comprar algo y a ese algo se van sumando otros más,
con lo que las “lucecitas” en cuestión son el reclamo, están
incitando ¡¡Y por qué no!! a entrar en los establecimientos.
Lo de la crisis, que nadie lo dude, va en serio y aunque en
la calidad del alumbrado no se note, sí que se notará en la
cantidad, por cuanto estará encendido bastante menos tiempo,
a lo largo de las fiestas que se avecinan.
La Navidad no ha llegado, pues, pero en Ceuta se ha empezado
a sentir ya ese ambiente, esa alegría, que comienza cada
año, con la inauguración de este alumbrado.
Más de siete semanas, desde el 28 de noviembre, hasta el 7
de enero, brillarán los cientos y cientos de bombillas, en
esta ocasión, de bajo consumo, incitando a todos a salir
cada noche al centro de la ciudad, donde ha cambiado, por
completo, el ambiente.
Y aquí, donde conviven cuatro culturas, muy diferentes en
sus creencias, no nos podemos quedar tan sólo en eso de
“Cristo nació, vino a redimirnos y no quiso estar al lado de
los ricos, prefirió la compañía de los más desheredados”.
Eso sería muy pobre aquí, pensar así sería pensar en una
sola dirección y todos esos adornos, todas esas lucecitas
estarían sobrando.
Aquí, con la cuatro culturas que han convivido y siguen
conviviendo, va más a tono eso de unas fiestas que apoyan y
promocionan lo comercial, con un fondo religioso, sí, cada
creencia a tono con sus principios, pero ..., si ya el
“belén” se alterna y cada vez más, con ese árbol plagado de
adornos y regalos, de origen muy distinto al de “simple
belén” es que de la misma forma que en su día el “belén”
desplazó a la “fiesta del sol naciente”, otras corrientes,
hoy, empiezan a remover unas costumbres que no cuadran con
el pensamiento actual, por otras en las que empiezan a
reflejar eso que están tan en boga como es la
“globalización”.
Quienes hemos nacido en el seno de familias creyentes,
católicas, recordamos nuestros días de la niñez cuando
“nacía el Niño Dios”, cuando en estas fiestas recibíamos
algún regalo, que viéndolo desde hoy nos parece una nadería,
pero en aquellos momentos era lo más que hubiéramos podido
desear, por cuanto ricos o pobres no podíamos recibir muchos
regalos. No había mucho que recibir.
Ahora, sin embargo, ricos, pobres y cualquiera de los que
salimos a la calle, aun en época de recesión, tenemos acceso
a todo lo que vemos, y a todo lo que nos están bombardeando,
desde los medios de comunicación. Todo sea por la Navidad.
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