En 1998 la Asamblea General
expresó su profunda preocupación por el hecho de que el
síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) había
adquirido proporciones de pandemia. Al tomar nota de que la
Organización Mundial de la Salud (OMS) había declarado Día
Mundial del SIDA el 1° de diciembre de 1998, la Asamblea
destacó la importancia de la observancia adecuada de esa
ocasión. En la actualidad, más de 41 millones de personas
están afectadas por el SIDA. Combatir el SIDA es uno de los
Objetivos de Desarrollo de la ONU para el Milenio. Y es que
el SIDA el SIDA ha matado a más de 25 millones de personas
en todo el mundo, haciéndola una de las epidemias más
destructivas de la historia registrada.
La del 1 de diciembre es una fecha en la que todos
deberíamos reflexionar sobre esta maldita enfermedad, que,
aunque no lo creamos, viene detrás de cada uno, y, sigue
extendiéndose sin que de momento se logre detener. Parece
como si ya empezáramos a saber convivir con esta lacra del
siglo XXI. Sin embargo, nos unimos a todas las voces que
propalan no bajar la guardia, y poner un poco de atención y
cuidado en las relaciones. Sólo así, algún día esperemos no
muy lejano, podamos entre todos detenerla en tanto no se
encuentra la curación definitiva a este silencioso asesino
que llega casi siempre sin llamar a la puerta. Año tras año,
cuando se acerca o se conmemora el Día Internacional del
SIDA, prolifera la información periodística, publicitaria,
los eventos de difusión y prevención, y, por suerte la toma
de conciencia de la sociedad en general sobre ella. Pero
insertos en la problemática socioeconómica actual, varios
factores inciden en la escasa disminución del contagio de
esta enfermedad. Por eso es más importante aún insistir por
un lado en las medidas, bastante simples por lo general, que
ayudan a no contraer el virus, y por otro en la mayor
difusión de la información disponible públicamente durante
todo el año, no sólo en las cercanías del 1 de diciembre.
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